25 junio, 2006

Un osito de peluche

Hace 6 meses, y 12 días regresaba yo de un viaje físico, emocional y espiritual que me traería de vuelta a ningún lado. Recién ahora me doy cuenta que los sitios tienen valor para nosotros en función de los recuerdos que les asignamos. Si nada me recuerda, ese sitio nada me vale.

Regresé a mi pasado que, parcialmente, no existía ya. Regresé a mis cosas que, parcialmente, ya no me reflejaban. Regresé a mi familia que, parcialmente, seguía siendo mía. Todo y todos cambiamos en ese año y 2 meses en que estuve dando vueltas por el mundo.

Sigo tratando de ver en qué momento me perdí o me reencontré (todavía no sé cuál de las dos será) y me hizo cambiar tan drástica y profundamente en tantas cosas. Cambié en todo sentido posible, menos el aspecto físico y el nombre y apellido con los que me paseo por la vida: del azul al rojo, de la lasagna (pasticho) al vegetarianismo ovolácteo, de la irrenunciable comodidad de los pantalones a la juguetona vaporosidad de una falda larga, del look depurado y techno al hippie-ecléctico-fashion-chic. Pónganle el nombre que sea, cambié en todo sentido medible o comprobable que les parezca posible.

En el aspecto emocional, espiritual e ideológico el cambio es igualmente profundo pero de lejos mucho menos comprobable: del pavor a la soltería al terror a la pérdida de la irrenunciable libertad personal, de la resignación en aras del amor a la lucha por aprender a amar de verdad, de la laxa suposición de que todo nos es dado y sólo debemos buscar más a la visión de aprender a ver cada detalle de cada cosa en cada momento, de un permanente vacío a una total llenura... Cambié en muchas cosas de formas muy drásticas e inexplicables.

Amargamente, algunos me reclaman el ser distinta ahora. Lacónicamente respondo "no podía ser de otra forma, a vuelta de un año y dos meses tu también cambiaste, no?" He aprendido a ser lacónica. Casi siempre somos dueño de lo que callamos y esclavo de lo que decimos. .

"Lo único constante es el cambio" dijo una vez mi profesora de la materia de Ciencias de la Tierra, en secundaria. Nunca olvidé esa frase y ahora, como nunca antes, me golpea en la cara. Y se me ocurre que podría agregarle "y al cambio hay que darle paso".

Así, a no más de 36 horas de haber pisado mi suelo natal otra vez, comencé a reorganizar mi vida física siguiendo mis inclinaciones emocionales, espirituales e ideológicas. Al final me quedé con una crisis de identidad: "si yo antes me veía y sentía reflejada en esa cosa y ahora me es indistinta, quién soy yo ahora?!"

La reorganización física, en eso tienen sentido los postulados del Feng Shui, trajo aparejado cambios a nivel personal que hicieron que esa crisis existencial desapareciera y diera lugar a una aceptación gozosa de "mi nuevo yo" que ha derivado en cambios a nivel espiritual, profesional, emocional e, incluso, sentimental...

El paso final era la remodelación de la apariencia de mi cuarto. La visita de una amiga que viene de Inglaterra me hizo ponerle plazo finito a la postergada remodelación de la fachada de mi cuarto. Apenas Bs 60.000 (unos 20 Euros) bastaron para pasar de un pequeño y abigarrado cuarto a un aparentemente espacioso y muy acogedor espacio que funciona como cuarto y sitio de meditación...

Pero allí, encima del gavetero, al fondo de mis prioridades, igorado en mi frenesí remodelador, surgió un oso de peluche que me recordó el principio del todo. Ese oso amalgama la historia del cómo conocí a mi amiga que viene de visita y la del cómo conocí al ser que me llevó a explorar mis límites en Bélgica.

Empecé a verlo como hasta ese momento no lo había visto. Aclaro, su presencia me había incomodado pero yo me decía "es un montón de pelusas e hilos, tu puede con eso! Con no recordar sino las cosas bonitas sin insistencia, basta y sobra. Es más, te servirá de terapia para que midas tus progresos..." Y lo dejé. Hoy, sin embargo, no pude sino decirme abiertamente "si te estorba, sácalo! No tienes por qué torturarte cada día o cada vez que lo sientas así, no te mereces ningún tipo de maltrato y menos infligido por tí. Ua sanarás, de la forma que debas, sin necesidad de este objeto!"

De una se me vinieron los recuerdos a la cabeza y me largué a llorar...

Y lo regalaré o lo donaré, pero ya veo que los osos de peluche y yo, de aquí en adelante, no tendremos la misma relación...

23 junio, 2006

Reflexiones sobre la calefacción y el amor...

"Si alguna vez lo ví, ya no lo veo. Si alguna vez lo tuve, ya no lo tengo. Si alguna vez lo sentí, ya no lo siento. Ese hombre me es ajeno. Y yo, con él, me soy ajena a mí misma. Y no sé si es peor ser ajeno a sí mismo o al otro. No se si es peor convivir con un ser que me es ajeno o convivir conmigo misma, siéndome ajena a mí. Me siento que soy dos: la que fui y la que soy.

Tengo frío. Es que ya no sé si hace frío o si yo dejé de sentir calor. Las manos y pies siempre helados, esa es mi verdadera debilidad. Decía una tía mía, que también sufría de ese mal, “manos frías, amor de un día”. Será ese mi caso? Será por eso mi frío permanente?

El calor físico y el calor humano, la cercanía de los seres que se comunican. Ese calor también me gusta. Pero, si me he de envolver en frazadas y arroparme hasta las orejas para poder calentarme, prefiero hacerlo con alguien cuya compañía me caliente el alma. Y últimamente, a falta del calor de la compañía agradable, me he visto obligada a llenar los vacíos con un calor artificial que me deshidrata la piel, que me recuerda lo muy caliente que está todo… menos mis manos y mis pies. Y quizás, también mi corazón.

Me cansé de pedir cariño. Lo abrazo pero no le digo que lo hago porque me gustaría que de él hubiera salido que me abrazara. A veces le pregunto si me oye. Y con un quejido entonado en su pecho, no articulado en su boca, me responde afirmativamente. No sé vivir sin comprobaciones, pero esta comprobación no me trae una certitud. Sigue en mí, en mi cabeza, la duda sin respuesta. Y he de seguir creyendo que me respondió con plena conciencia de que para mí era importante que él me oyera.

¿Y será eso amar? ¿Creerse lo que el otro dice? ¿Sólo porque lo dice? El amor, ¿Es pedir? ¿Es reclamar? ¿Es exigir? ¿Es dar? ¿Es entregar? Y cuando a una se le acaba el entregar y el dar y el seguir dando, ¿no se puede aspirar a que el otro le dé? ¿Es eso egoísmo?

¿A donde fue la pasión desmedida que nos hizo juntarnos sin mucho angustiarnos, que nos hizo añorarnos sin evitarlo? El amor, ¿es acaso eterno? ¿ No varía? ¿Se suavizan las expresiones pero es estable? ¿No es eso lo que llaman “rutina”? Un matrimonio, ¿No es imaginarse que sí se está pero no se está nada? ¿No es extender el plazo de caducidad de una relación? ¿No es un mucho de costumbre y muy poco de originalidad?

¿Y si al final no te queda sino amarte a ti misma a pesar de que al otro le rompas el corazón? ¿Y si esa convención social que llamamos matrimonio no fuera sino un artificio hecho para derribar los sueños personales?

Lanzo estas preguntas al aire pero nadie me podrá dar respuesta a ninguna porque sé que nadie sabe qué es amar. No si se basan en los clichés formados por la sociedad, costumbrista, conformista, ausente e indiferente en estos momentos de dudas personales... "

El texto de hoy está tomado de fragmentos de mis escritos no publicados hace unos 7 meses. En ese momento estaba descubriendo que yo no era ni "yo" ni "otra". Ayer me tropecé con estos textos y estoy descubriendo que ahora soy otra, no soy ni la que fui antes ni la que era cuando escribí esto.

No soy todo lo que quisiera ser, pero sí soy algo más que lo que ya era. Sigo creciendo, me doy cuenta hoy. Y perdonen el denso análisis del verbo "ser" desde mi ángulo filosófico... Me parece que es normal e inherente a la vida humana el preguntarse cosas imposibles de responder. Al fin y al cabo, somos un poco limitados cuando no escuchamos a nuestra propia conciencia que nos habla y nos dice qué debemos hacer. Cuando nos aislamos de nosotros mismos para seguir proyectos "por deber" o por puro conformismo, nos condenamos a la meurte en vida. El peor de los suicidios...

20 junio, 2006

Bésame la boca

Yo no quiero darte amor eterno
sólo quiero echarme al mar y una boquita en cada puerto
yo no quiero atarme al mismo cuerpo
pero estoy amordazado entre los besos de tu huerto

Yo no quise darte las dos manos ni trepar por los tejados
recogiendo el fruto del manzano
raras veces matan los ladridos
pero tu, callada, me has mordido

Dame tiempo y bésame la boca y déjame la lengua rota
es mi pasatiempo,
dame tiempo y bésame la boca y déjame la lengua rota
es mi pasatiempo.

Que yo no quiero darte amor eterno
ni beber para olvidar los palos de este casamiento
yo no quiero ahogarme en el infierno
pero tengo que abrazarte y juro que sin tí reviento

Yo no quise darte tantas flores ni subirme a los balcones
pero me bajé los pantalones
raras veces matan los ladridos
pero tú, callada, me has mordido...

Dame tiempo y bésame la boca y déjame la lengua rota
es mi pasatiempo,
dame tiempo y bésame la boca y déjame la lengua rota
es mi pasatiempo.

Lorca. Bésame la boca. Del album Serpiente con tacón

No quiero seguir las rutinas impuestas por la sociedad. Sólo tengo una vida y no me provoca atarme a la vida de otro durante todo el plazo que me dan para ver el mundo. Pero tus labios me ponen la cabeza en blanco.

Yo no creo en escondites para hacer lo que me provoca contigo porque no creo que nada de lo que me provocas sea pecado ni criminal. Poco temo a las opiniones ajenas pero la tuya me ha dejado sin brújula...

Dame tiempo para llegar a tu corazón que yo sabré esperar hasta que confies en mí. Dame entonces un beso, desnúdate el alma y déjame disfrutarlo. Dame tiempo de alcanzarte y cuando lo quieras, bésame y quítame el pudor.

No puedo prometer nada solemne sobre mi futuro ni celebro mis errores, que procuro sean pocos. Pero admito que me envicié contigo. No quise caer en clichés ni crearte ilusiones, pero siempre dije la verdad.

Poco temo a las opiniones ajenas pero la tuya me ha dejado sin brújula...

Dame tiempo para llegar a tu corazón que yo sabré esperar hasta que confies en mí. Dame entonces un beso, desnúdate el alma y déjame disfrutarlo. Dame tiempo de alcanzarte y cuando lo quieras, bésame y quítame el pudor.

14 junio, 2006

Futbol y mamones

Este año se disputa la copa mundial de futbol de la FIFA en Alemania. Y en Venezuela nos la vivimos a plenitud. Es que el mundo entero está colapsado por el mundial, ¿no? Pero yo sólo puedo constatar la realidad que me rodea.

Así las cosas, se ha registrado un incremento en el consumo de embutidos y de cervezas (conozco gente del ramo de alimentos que me dijeron porcentajes y todo del incremento del consumo de embutidos en Venezuela, especificamente del tipo "salchichas"... lo que pasa es que mi cabeza no lo recuerda todo!). Los niños intercambian en las escuelas barajitas del album del mundial. Los colegas en las oficinas salen, por turnos, a mirar en la televisión de un café cercano, las incidencias del partido de turno. Claro, también intercambian barajitas del album del momento, pero lo hacen bajo la excusa de "es para mi chamo/a, hermanito/a, primito/a...". Los amigos se reunen para "echarnos unas cervecitas viendo el partido!!". La familia se regaña, se enemista y se reconcilia de partido en partido y según el país al que le entreguen su corazón. Las parejas, bueno... se hablan en términos de guerra fría, basándose en las posturas de "a favor" o "en contra" del mundial. ¡¡Y es que hasta los sexólogos hablan en la prensa de los efectos que tiene el mundial de Alemania 2006 en la vida sexual de las parejas!!

En vista de todo lo ya dicho, es muy poco lo que se pueden esperar de mi originalidad. Sabiendo que hablo de las cosas que me rodean en esta "mi Caracas natal", ya se pueden dar una buena idea de lo que voy a comentar en el post de hoy, ¿verdad? ¡¡¡Claaaaaro!!! ¡¡¡ Voy a hablar del mundial de fútbol 2006 en Alemania!!!

De antemano aclaro que ni por la cabeza me pasaba hablar del mundial. No porque tenga como principio no hablar de deportes ni porque pensara dejármelo en privado. Simplemente no me había pasado por la cabeza hablar del mundial. ¿Vale? La idea se la debo a mi amigo A, quien ayer comenzó a hablar conmigo por el chat...

A: y tu ves el partido? no tienes clases?
Laura: no, los martes y jueves no tengo clases y no estaba viendo el partido
A: aaaah
Laura: el de Francia y Suiza me lo perdí...a drede. Mañana voy a oir de ese hasta el hastío, con lujo de detalles... tengo un colega francés y una colega suiza...
A: ok es verdad... y el de Brasil - Croacia???
Laura: no me lo estaba viendo.. .casi que preferiría que ganara Croacia y no Brasil.. .que le diera un chancecito a otro equipo! Pentacampeones! podrían ser sexacampeones... y eso sonó como raro, no?
A: jajajajajajaj
Laura: Bueno, estaba chateando contigo, por eso no estaba viendo el partido. En la sala no hay tele sino en el cuarto de mis padres
A: aaaaaah... bueno yo tampoco lo veo..lo escucho porque lo tienen en la habitación de al lado
Laura: y si me instalo a ver el futbol no hago más nada!!! Me moneo en las sillas, pego gritos, protesto por el saque de esquina que no fue el mejor, o el tiro de Fulano que se le ocurrió hacerlo muy lejos y no llegó a la portería
A: jajajjajaja en serio? tan fanática eres?
Laura: algo así... no mucho… No lo veo casi nunca pero soy de armas tomar cuando lo veo!
A: jajajajajajLaura: y voy hablando "ya va, ya va... dale, dale, eso.. .ahí van...DALE, DALE!! NOOOOOOO!!! IDOOOTAAAA! Cómo se te ocurre??? No vió que si le pasaba la pelota a Mengano anotaban el gol directo...! Pero claro!! Se le ocurre hacerlo solo, para llevarse la gloria del gol del partido.. .y perdió el tiro... ANIMAL!! No ves que tienes un equipo?!! "
A: jajajjajjja genial...espero ver algún partido contigo...jajjjaa
Laura: en mi familia se van mientras juegan y vuelven para ver la repetición del gol que grité a todo pulmón...
A: jajajjajaja
Laura: en el tiempo de pausa me voy a buscar agua, agarrar frutas...es que esta es época de mamones para míA: que divertda!!
Laura: me siento con la poncheroooota de mamones... a comer y gritar. Mi papá es el que dice "no sé cómo no te ahogas con un mamón y la euforia!"
A: ajajajjajajaja!! Verdad que si
Laura: y la cosa es con mamones o mangos. Mundial sin mamones o mangos no son para mí. Y partido sin mamón o mango… no me va tampoco. Prefiero no verlo. Nada de birras, nada de papas fritas... sólo mamón o mango, agua y el fanatismo a pleno!
A: jajajajjajaajja y te manchas toda de mamon o mango?
Laura: nooooo!!! nunca!!! Pulcra! Pulcra!! Me cuido de los desastres porque tengo tendencia a todo tipo de desastres...
A: yyy no te creo
Laura: y tendrías que verme, desde el mundial de Italia para acá... ya es tradicional!
A: jajajajajajaLaura: lo único que me pasa es que el mamón me dá alguna especie de comezón en la nariz por el ácido que se desprende de la conchita... y termino con la nariz roja de frotármela... cual borrachita de taberna!
A: jajajajjajajaja!! Eso tengo que verlo es definitivo!!Laura: seguro, seguro... en lo que empiece a cerrarse la clasificación me pongo más visceral y el veme resulta más "show" todavía...
A: jajajajajajaja...

Bueno, eso, que el mundial me gusta porque es bonito ver gente que uno no conoce pero que se le hacen como cercanos a fuerza de tanto seguir sus penurias personales en ese campo. Por eso y por los mamones... que yo para comer, no necesito excusas y el mundial me regala muchas...

...y como me gustan los regalos!!

11 junio, 2006

Crónicas de la venezolanidad: oido por casualidad

En este reencuentro acústico con mi tierra, no ceso de sorprenderme, a veces, por las cosas que oigo. De todos los tipos, de todas las índoles, de todos los colores, de todos los registros, en todos los sitios por donde voy pasando. Así, decidí hacer un pequeño muestrario, sólo uno, para dejar registro de estas maravillas del cotidiano que me acompañan en mi caminata.

Conversa uno:

En una computadora, un chico y una chica se encuentran oyendo musica mientras trabajan.
Ella: Esa canción es preciooosaaaaa... ¿no la has oído?
El: No... no, para nada.
Ella: Cómo es que no la has oido?! Es la misma que está en la pista 6 del disco que te quemé con todas las canciones que nos hemos dedicado desde que empezamos...
El: ... (silencio)


Conversa dos:

Suena un celular y lo atienden repetidamente. El que llama tranca siempre luego del primer "aló". A la tercera o cuarta vez que se produce esto, se inicia un diálogo:
Dueño del celular: Aló... aló... aló?
Interlocutor: Aló
Dueño del celular: sí, diga.
Interlocutor: .... (silencio)
Dueño del celular: Aló? Quién llama?
Interlocutor: Soy yo, el huevo.
Dueño del celular: aaaah... ta bien. Métetelo, pues!
Fin de la comunicación.

Aclaratoria para los lectores no venezolanos: "huevo" es un mote que se le dá al organo externo del aparato reproductor masculino, el pene, además de la noble postura de la gallina.

Conversa tres:

Una clase de fonética de francés que improvisan dos colegas para enseñar a una alumna.
Profesor 1: Pero si hace nada te salió perfecto! Yo no entiendo qué te pasa ahora... "Un... un... lundi..."
Alumna: (en simultáneo con el profesor1) Un... un... lundi...
Profesor 1: yo no entiendo qué te pasa, ahora no te sale y hace rato te salía perfecto...
Profesor 2: yo te lo dije, lo que pasa es que tu eres muy porfiado, ella tiene un problema para oir...
Profesor 1: qué problema ni qué problema! Ella oye perfecto!
Profesor 2: Oye perfecto... ella no puede oir perfecto nada! No ves que tiene una muela en el oido? Tu dile lo que le quieras y ella lo adapta a como le parece que lo oyó! Eso es porque tiene una muela en el oido!
Todos: risas...

Conversa cuatro:

En la fila que se hace en la parada de un autobús del servicio de metro hay una señora, un señor de mediana edad y una chica esperando. Quejándose ruidosamente, con un bolso que resulta visiblemente pesado, viene un señor de la tercera edad. Por la forma en que habla del pasado político de la nación, su profesión ("cuando yo era periodista, cuando en este país se hacía periodismo de verdad...") y la lógica conexión que todo tenía con el cargamento de mangos en su pesado maletín, es bastante probable que padezca de alguna especie de demencia senil. Se abren las puertas del autobús y suben, según venían haciendo la cola, la señora, el señor de mediana edad, la chica y el señor. La chica compra un ticket:

Chica: Me da uno, por favor.
Operador del autobús: tenga... tendrá sencillo?
Chica: déjeme buscar...
Señor de la tercera edad: Con su permiso, señorita, que su espalda me impide avanzar y este bolso pesa más que un matrimonio obligado...
Chica: (haciéndose a un lado, sonriéndole al operador del autobús, completa la frase con un) "...con muchacho incluido, señor"
Señor de la tercera edad: Un muchacho era yo en la época en que Betancourt ganó. Y nos incluyó en la campaña diciendo que éramos el futuro de la nación... un futuro que todavía podía comer mangos que se robaban de las matas por ahí sin que les dijeran que eran muy viejos para andar con esas zoquetadas..."

Aclaratoria para los lectores no venezolanos:
Cola: Fila, línea de espera que se forma frente a algún sitio mientras las personas aguardan su turno para ser atendidos.
Zoquetada: tontería, bobada.

Solo puedo reirme ante todo esto... ¿Qué opina usted, mi querido lector?

10 junio, 2006

Uno...

Uno busca lleno de esperanza
el camino que los sueños
prometieron a sus ansias.
Sabe que la lucha es cruel
y es mucha
pero lucha y se desangra por la fe que lo empecina.

Uno va arrastrándose entre espinas
y en su afán de dar su amor
sufre y se destroza hasta entender
que uno se ha quedado sin corazón.

Precio de castigo que uno entrega
por un beso que no llega
o un amor que lo engañó
vacío ya de amar y de llorar
tanta traición...

Si yo tuvera el corazón,
el corazón que dí,
si yo pudiera, como ayer,
querer sin presentir

Es posible que a tus ojos
que me gritan su cariño,
los cerrara con mis besos.
Sin pensar que eran como esos,
otros ojos, los perversos,
los que hundieron mi vivir.

Si yo tuviera el corazón,
el mismo que perdí,
si olvidara a la que ayer lo destrozó
y pudiera amarte,
me amarraría a tu ilusión
para llorar tu amor.

Uno. Letra y música: Enrique Santos y Mariano Mores.
Canta: Luis Miguel. Del Album Romances

Me miras a los ojos y me enterneces. Pero temo verlos mucho, no sea que descubran que, en el fondo, me he quedado un poco vacía de sustancia. A tanto dar y entregar, a tanto esperar y soñar, a tanto creer y desear, a fuerza de tanto anhelar y nunca recibir, me he quedado vacía.

Y eso tú no lo entiendes. No lo entiendes porque no puedes entenderlo. No debes entenderlo, creo. No puedes entenderlo porque no has vivido lo que yo viví y por eso no te has visto afectado por el mismo mal. No debes entenderlo porque, de hacerlo, tendrías que asesinar esa parte pura y risueña que vive en tí. Que todavía vive en tí...

Por eso temo que me ames con tanta intensidad, que me mires con tanta dulzura, que me pienses con tanta fuerza, que me anheles con tanta pasión. Sé que, de tanto hacerlo, si yo no te correspondo, se creará otra herida en ese corazón hermoso, que es el tuyo.

Pero yo no sé cómo corresponderte...

Así que, inevitablemente, te estoy dañando a fuerza de tanto amarme tu terco corazón. Y, si yo tuviera ese corazón que tuve, ese que me robaron el tiempo y las desilusiones, las frustraciones y las mezquindades de los objetos de mis amores, seguramente lo tomaría para, junto con tu corazón, llorar el dolor que te pueda producir el amor que me profesas.

Porque sé que, aunque yo haga todo lo mejor por amarte, nunca resulta ser como el amor que me entregas. Así, de a pocos, te daño...

06 junio, 2006

De brujas y herejes

Una tarde lluviosa. Un cielo plomizo. Un principio de invierno. En un café, una pareja de enamorados intercambian corazones remojados en un impersonal escenario.

De repente se oye un "te quiero...". Los ojos le brillan como sólo pueden brillar las estrellas. Así como brillan los ojos de los enamorados cuando se dicen esas dos palabras con el corazón latiéndoles a mil en el pecho y la certeza de que nada les basta para expresar todo lo que quieren decir...

Un "te quiero" de respuesta se apagó en el humo del café que tomaban. Un par de palabras que parecían absurdamente escuetas. Tan insuficientes eran, que saltó un rotundo y completo "te quiero, brujita maravillosa".

La chica bajó la vista y sonrió ampliamente a la mesa de nogal oscuro. Entre sus manos la taza grande de cerámica blanca, humeando un chispazo de provocación y de desafío con aroma a café: "eso de "maravillosa" no es como mucho? no temes que te quemen por hereje al asignarle tales adjetivos a una bruja?"

Era la flama de la venganza por tanta rojez en el rostro y el innegable deseo de hurgar más en el alma del otro, ese que seguía descaradamente el juego con una carcajada espontánea y un irresponsable "no, no temo. Diré mientras me quemo: “pero es maravillosa”..."

Ambos reían. ... un desparpajo enternecedor, eso es lo que podría definir ese diálogo. Todo sobraba...

De nuevo, un "te quiero" se escapó de la boca de él. Su risa se desdibujaba hacia una sonrisa diminuta, tratando de dar solemnidad a la frase, tratando de convencerla de que era serio todo lo que le decía. Ella, con los ojos fijos en él y la cara sonreida apuntando hacia la mesa, respondió: "y yo a tí, mi pequeño pillo..."

En un intento por darle más rotundidad a la frase, pletórico de dicha, agregó él entre risas un "ni te imaginas cuánto..."

La respuesta de ella daba pistas de la profundidad del trecho que él se había abierto en su corazón. Bajando la vista hacia la mesa, levantándola de nuevo para enfrentar a los inquisidores ojos de él que la contemplaban, respondió con un: "me dejaste sin respuesta. Creo que ahí sí tienes razón... Y me parece que te voy a creer porque no me has dado razones para desconfiar"

Porfiado, el buen guerrero, sonriente ahora antes la victoria de su ataque, dijo con voz suave y mirada entornada, sujetando las manos de ella: "te quiero, brujita..."

La chica, conmovida, turbada, perpleja, lo miraba fijamente, sin sonrisa ni molestia, con los ojos brillándole como estrellas.

Se oían risas en esa ventana del café. Se desvanecían los contenidos de las tazas y se calentaba el aire: "te quiero, brujita... te quiero"... repetía, eufórico, él...

"Y yo a tí, hereje... y yo a tí..."

Carta a un tal T

Querido T,

Me preguntas si volvería a Bélgica. Si iría a Bélgica otra vez...

Y me quedé callada. Oía esta canción de Enya (A day without rain) y me sentí que estaba en mi silla roja y negra, frente a ese horrible escritorio gris de profesora de escuela primaria, jugando con mi computadora de pantalla divina y de teclas silenciosas al presionarlas.

Me ví allí, en ese cuarto de paredes amarillas y piso de linóleo gris con manchitas blancas y negras. Allí, con esa ventana blanca a mi izquierda, con el nogal al fondo, entre mi ventana y un cielo gris de nubes bajas, oscuras arriba y semi blancas abajo. Como si el cielo se cuidara de tocar la tierra con tanta negrura porque fuera algo indebido o prohibido. Siempre eran más blancas abajo y más negras arriba, sobre mi cabeza, ¿sabes? Y no sé por qué siempre subía la vista. Debe ser porque quería verificar que el sol simplemente se escondía detrás de ese abrigo de nubes, no que no estaba, sino que simplemente a mí me abrigaba un edredón de gris y plomo... y que el sol seguía allí pero yo no podía verlo. Porque, aún cuando salía, nunca calentaba.

Me hiciste esa pregunta y me quedé calladita... sé que he de regresar algún día. Y sé que lo viste en mis ojos y que no me dijiste nada. Y, quizás, por no saber la respuesta, quizás porque decir "nunca más" parece que fuera una provocación para el futuro, te dije "no lo sé, no ahora por lo menos..." Es verdad, no me siento capaz de ir a Bélgica y enfrentarme a mis recuerdos.

Me lo suponía entonces, cuando hablamos, pero lo confirmé ahora, hace poco. Arreglando cosas en una gaveta que quería "ordenar", me encontré con fotos viejas y cayó en mis manos una en la que aparece mi familia en diciembre y estaba él allí. Lo ví, con su sonrisa espontánea y me sonreí como tantas veces cuando lo ví feliz. Me encantaba verlo felíz. Por la felicidad de los que uno ama, creo, se puede dar la vida... y se es felíz. Allí entiendo tanto a R, mi amigo en Chile...

Pasé a otra foto y lo ví allí, con la cara seria, casi como molesto. Y me recordé de tantos días y noches que pasé pensando en por qué estaría siempre molesto, en por qué nunca sería felíz, en por qué nada de lo que yo hiciera lo hacía felíz. Hasta que me convencí que no era yo o mis "pocos esfuerzos", sino su temperamento, que él era así. Que nunca nada lo haría felíz porque él era así. No "inconformista" porque no considero que para ser felíz haya uno de ser conformista, sino "desagradecido". Esas simplezas como ver florecer una relación de amistad o de pareja le eran cosas que consideraba como logros y, una vez alcanzadas, no se interesaba en el abono o desmalezamiento. Y la amistad, ya lo sabemos tú y yo, como en la rosa del Principito, es una planta que hay que cuidar... no digamos las relaciones de pareja!

Oigo la canción y veo al nogal, desnudo, moverse como entonces. Esos días de preludio a otra estación fría, cualquiera. Me gustaba más cuando estaba sin hojas que cuando estaba en verano. Ya sé, soy una inconsistente, una incoherente, una absurda. Pero el nogal en otoño o invierno o primavera era precioso: no tenía una sola hoja y parecía una filigrana que se alzaba, insolente e imponente, contra el cielo gris, o plomo, o blanco, o azul. Insolentemente desnudo en medio de tanto frío. Imponentemente vivo frente a tanta muerte. Hasta la del espíritu de la gente.

Con las hojas parecía morir la simpatía y la alegría de las gentes. Con las hojas parecía renacer una especie de secreto que sólo la naturaleza entendía y escondía. Nos lo tapaba de la vista y nos lo ponía bajo tierra o entre los árboles...

Oigo esta canción y me acuerdo de lo que sentía al salir a ese jardín que se cubría cada vez más de lodo y menos de colores. Que se llenaba más de maleza y se vaciaba de olores. Que se moría como todo y se hacía menos vivible a través de los "días oscuros". Esos días sin luz casi, en los que el sol salía recién a las 9 de la mañana y se ponía a las 4 pm. Esos mismos en los que me sentía que estudiaba de noche porque salía de noche de la casa y llegaba de noche a la casa y el día transcurría sin yo poder verlo. A veces, prefiriendo no verlo. A veces, sabiendo que la lluvia lo llenaba entero.

Te oía preguntarme eso con esta canción al fondo y me pasaron por la mente tantas cosas. Y sé que me viste fijo, que te me quedaste viendo fijo. Que no fue casual, que fue a drede. Tu buscabas en mí, en mis ojos, una respuesta que creías que no quería darte. Pero, has de excusarme, yo no sabía cual darte. Yo no tenía respuestas para mí, menos para tí. Sé que debí responder tal y como me sentía en ese momento: "ni sé, ni quiero saber... a veces. A veces sí sé... pero sólo no sé ni me interesa saber, creo.... o no sé y tampoco quiero saberlo... no sé ni que es "no sé"... pero no te voy a decir "no" de plano porque no sé qué será mañana de mí. O sí sé, pero no quiero ocuparme de eso ahorita. Sí, es más bien eso, no quiero ocuparme de eso ahorita...No quiero ocuparme de eso ahorita, T..."

Llueve en mis recuerdos ahora. Hace rato lloraba recordando la foto en la que él sale con sus ojos azules, así como lloré cuando lo ví molesto por nada. Esos ojos azules que tanto ví, que tanto me dijeron, que, como a nadie, me lloraron. Esos ojos azules que hoy no conseguiré ni quiero buscar, en ninguna persona. Esos ojos azules que tenían un secreto bien guardado allí, sobre la nariz, entre las cejas. Y procuré acariciarme ese pedacito en mi rostro sin lograr sentir lo que sentía en ese mismo pedacito del rostro de él.

Oyendo la canción ahora, me acuerdo que en el momento en que me hiciste la pregunta me quedé muda, viéndote fijo, te respondí, volteé a ver por la ventana y se me salieron las lágrimas. (Ahora también salen. ¿Serán peregrinas las lágrimas? nunca se están en un sitio, o en el sitio en que deben estar). Me abrazaste y te abracé. Y luego del abrazo, pensando en tantas cosas, te acaricié ese mismo pedacito del rostro, de la frente, y te sonreí entre lágrimas. ¿Te acuerdas? y me veías con ternura y sorpresa entremezcladas. Me veías con afecto y con asombro. Me preguntabas con tus ojos, la boca cerrada, y te respondí "nada, sólo me provocó..." ¿Te acuerdas? Era para confirmarme que nadie es igual a nadie y que hasta en eso, todos somos distintos: ese pedacito, en tu frente, es totalmente distinto al mío o al de él. Es un recordatorio más de que todos somos sólo uno. Irrepetible. Increible. Constantemente en construcción.

Ya sé que hasta ahora no entiendes por qué te escribo. No tengo propósito fijo. Sólo me sentí con ganas de contarte todo lo que pasó por mi mente cuando me hiciste esa pregunta el otro día. y debe ser porque terminaba de leerme un correito electrónico que me mandabas para saber cómo estaba "porque el otro día te ví algo afectada. Perdóname si te removí algo por dentro, después me sentía culpable".

No, no me revolviste nada, T. Absolutamente nada. Me confirmaste cosas. Estoy en una etapa de "grises" y las confirmaciones son importantes porque verifican mis sospechas, mis "creo que". Me devuelven la paz... Gracias por confirmarme cosas, por hacerme llorar sin ser tú el que lo provocara todo. Gracias, sobre todo, por ayudarme a llorar... eso de contar con alguien que sin una palabra te dice tanto cuando estás llorando por tantas cosas, pensando en tantas cosas, temeroso ante tantas cosas, es una cosa mágica. Más que las mías... esas que tu temes por inexplicables e ilógicas, pero que dices que en mí abundan.

Gracias por ser un ser de magia...Querido T