17 febrero, 2006

Carta de amor...

Te quiero, no te quepa la menor duda...

Te quiero en mis ausencias y mis silencios, en mis momentos de furia ciega y en mis momentos de paz y de quimera.

Te quiero, aunque creas que te molesto, aunque creas que me interrumpes, a pesar de que crees a veces que para mí eres un estorbo.

Te quiero. Te amo precisamente por ser así. Porque mis silencios los llenas de tus silencios oficiosos cuando te ocupas de hacer algo que se te antoja importante. O los llenas con tus quejos y lamentos por lo que te pasa en medio de lo que se te hace importante. O me los atormentas con la furia que se te desata cuando sientes que el mundo ha sido injusto contigo.

Te quiero así, presente en mis ausencias. Con un pie firmemente plantado en tierra para cuando me ausento en mis reflexiones viajeras. Con ese olor a tierra en tus palabras de fuego que me dicen que no desespere y no me preocupe, que todo ha de pasar y todo habrá de resolverse... mientras yo te porfío que no todo pasa, que lo más importante pasa y se queda y tu te quedas mirándome con tu paciencia infinita y tu resignación sabia... pero con la certeza de que tus palabras no son para mí como polvo en el viento.

Te quiero así, presente y ausente, adentro y afuera, con todo lo que puede sentir en medio de esta nada que me llena y que a veces me arrastra. Te quiero por ser brisa cambiante para inflar mis velas y por ser la luz del faro que guía mis noches negras.

Y cuando creas que me molestas, sólo cállate y observa: verás mi mirada chispeante, quizás inquieta, quizás calmada, pero ante todo confiada. Verás mi tono relajado, mi ánimo reforzado y sentirás mi confianza en ese amor que me entregas, que me abraza y que día a día me regalas.

Cuando dudes que te quiera, sólo siéntate y observa: verás cómo volteo a ver tus ojos en busca de algún consuelo cuando el camino me parezca estero, o el corazón me hablé de algún viejo duelo. bserva y verás que aunque te refute tu consejo, no me es indiferente porque me revuelve pensamientos y me hace ofenderte.

Te quiero, aunque en mi locura no siempre lo parezca, aunque tu ternura no siempre lo entienda, aunque tu lógica no siempre lo vea. Te quiero y más, te amo, porque la oscuridad se me hace luz y la incoherencia tiene sentido cuando estás aquí, a mi ladito.

Te amo tanto como a mi pluma y mis ideas, porque te me haces confiable y propio, palpable e intangible, tan esquivo como comprensible.

Te amo tanto como amo a mis sueños y mis estrellas, porque eres tan real como yo quiera y tan propio como de mí te sienta.

Te quiero, te amo, y no hallo las palabras para expresarlo. Entiende, amor, mi condiciónd e ser humano y confórmate con saber que lo que siento no nació para ser narrado.

Te quiero, amor, te amo.

16 febrero, 2006

Amor de un mago y una niña...

Duerme. En sueños va hacia ella y, sin temor, a su lecho se acerca. Como otras veces, ella lo ve en sus sueños y siente su respiración queda, sus ojos brillantes, sus labios de deseo y sus manos de calma ansiosa.

El la ve. Ella sigue rendida a los brazos de Morfeo. Decidido a disputarle su presencia, se sienta en el lecho de ella y toma una de sus manos, suaves como la seda.

Derramándose por la cama, un río de marfil se dibuja con forma de niña que en calma duerme y que en su perfecta desnudez se refugia y se sabe segura. Así, desnuda y serena, deja que su mago lentamente la posea. Yace ella con sus ojos cerrados, su pulso calmado y sus labios de fresa en los brazos de un Morfeo que despierta los celos y envidias del amante mago.

Lentamente comienza a acercarse, a perderse, a entregarse a un río de seda que lo baña en miel, al tiempo que él, con amor y ternura, la acuna.

Cerca y lejos, inmenso y perfecto. La niña y el mago se entregan al juego eterno de luces y sombras, claros de luna, calma y locura. La danza del amor, profundo, completo… aquella que con cantos y rituales sella corazones y hace a los amantes inmortales.

Y bailan. Bajo la vista del celoso Morfeo, el mago y la niña se cubren de polvo de perlas y su luz se hace más húmeda y más intensa. Giran. Y buscan la curvatura idónea para que lo convexo se una a lo cóncavo. Cantan. Y sus voces se funden en una mientras sus pieles se pierden bajo el amparo de la luna. Y aman…

Iluminados por la durmiente luna y el tempranero sol, despertaron hechos un río de marfil y seda, ambrosía, leche y miel. Era lo suyo una celebración y un luto. Acababan de enterrar las ansiedades con el más perfecto de los rituales. Acababan de enterrar sus respectivas individualidades con la más hermosa unidad.

Sabiéndose perdedor, Morfeo los dejó descansar. En brazos de un mago se había dormido una niña de luz perpetua y con dos brillantes luceros por mirada.

Y de los ojos verde-miel del mago brotaron dos lágrimas que, cual mudos testigos de la ternura que él le profesaba, fueron a anidarse en el pecho izquierdo de su amada.

Entonces sus aliento se llenó de fuerzas y sus ojos se desperezaron. Se encontró cubierta de un manto de amor y perlas: En su cintura iban atadas las manos de su mago enamorado, en su piel se desperdigaban los besos que él había derramado. Al volverse para ver su rostro, descubrió la niña la senda de luz que en el cuerpo de su mago había dibujado.

Y una sonrisa de ella detuvo el manantial de estrellas que él vertía. Con sus manitas pequeñas dibujó su rostro en albores y la luna, avergonzada, dejó paso al sol.

En ese amanecer, sus cuerpos se abrazaron, en silencio se miraron y con deleite respiraron el aroma de sus sueños de ternura y lujuria.

Con el primer trinar de las aves, la niña se despertó y completamente sola se halló. Confundida y triste lloraba y de su garganta un grito surgió. Su mago la oyó.

A lo lejos, él la miraba. En su corazón la ternura se derramaba y entendió que la pasión era su mejor aliada. Desgarrado de dolor por verla llorar, comprendió que en sus sueños había surgido la noche de amor más hermosa. Con el alba, tristemente, se le revelaba que todo no era más que un sueño.

Un sueño de amor y miel, de leche y ambrosía entre un mago y una niña.

13 febrero, 2006


"Habrás perdido todo menos las ganas de comer..."

Así decía mi padre hace como media hora o un poco menos al verme cenar (son las 9:40pm). De mí, dice él "el día que Laura deje de comer... hay que preocuparse!"

Al verme comer un sandwich de unos 15 cms de ancho por otros 15 cms de largo y de unos 5 cms de alto, relleno convenientemente con jamón, queso y aguacate troceadito (palta), acompañado de una ensalada compuesta de un tomate en rodajas rociado con aceite de oliva y albahaca seca (nada extraordinario, no?), no pudo sino preguntarme de qué estaba relleno el sandwich y, sonriendo por el singular espectáculo que ofrecía mi deleite tras haberle dicho a las 8 pm que no iba a cenar "porque no tengo hambre ahorita", ese fue su dictamen con una sonrisa en los labios y un brillo de diversión en sus ojos prístinos...

"Habrás perdido todo, menos las ganas de comer..."

Y me hizo sonreir con un pensamiento muy serio dándome vueltas en la cabeza... He perdido de todo y lo único que me he esforzado por no perder ha sido el apetito porque, sin comer, hace mucho tiempo me hubiera enfermado.

Perdí sueños que se quedaron rotos con el divorcio. Gané en oportunidades nuevas y experiencias adquiridas. Perdí kilos extra, gané en ligereza de movimiento. Perdí preocupaciones, gané en tranquilidad. Perdí limitaciones emocionales y profesionales, gané en soltura. Perdí y gané. Y creo que gané más de lo que perdí...

Como mi amiga la Pajara Pinta en su post de hoy , era yo alguien que no promovía el divorcio sino que se sentía felíz y defendía su derecho a estarlo a pesar de que la gente se pusiera a preguntar cosas. Siendo honestos, las razones que ella expone y las cosas que le ocurrieron, oh sorpresa, son casi un calco de las mías propias... lo único que nos diferencia sería el caso de Napoleón, que deberíamos sustituirlo por unas orquídeas que le regalé a una de mis mejores amigas en Bélgica.

Sin embargo, al mes y monedas de haber llegado, ocurre otro evento que vino a tambalear un poco más mi ya convulsa vida. Sí, porque a pesar de que andaba felíz en líneas generales con la separación, no puedo negar que a veces tenía mis arranques de tristeza por el tiempo perdido, los sueños perdidos, la energía invertida y todo ese arrebato mental pseudo agónico posterior a cualquier separación física y mental.

Así, para superar ese gran porrazo que se me vino encima, escribí un post que precedió a otro. Con esos 2 posts, dí por concluido el tema. Esa fue mi manera de sacarme del pecho el dolor que me produjo la situación que lloré. Pero no estaba lista para ver como la gente se compadece, automáticamente, por tí. Tan poco preparada estaba que hasta me ha dado por pensar que soy un ser anormal porque mi sentir no se compone de los sentimientos que la gente dice debería estar yo experimentando.

Y me pongo a pensar que, a lo mejor, la gente debería ser menos "empática de supuestos" y más "empática de momentos"... es decir, si mi amigo me dice que su novia lo dejó el sábado, no debo de asumir la postura del "pobre... qué cagada la que le mandaron..." sino más bien la de "cómo se sentirá? déjame preguntarle...como ella era una loca, de repente se siente hasta aliviado!". Explico mi punto?

Así, a mí me ha tocado un montón de "empáticos de supuestos" y, en vista de eso, he decidido callarme medio rollo personal y sólo contar la otra mitad porque, al fin y al cabo, van a preguntar más temprano que tarde por qué tengo tanto tiempo por acá y si no pienso devolverme a Bélgica. Pero por la otra mitad, no necesariamente van a preguntar.

Así, no dejo de sorprenderme de la cantidad de preguntas que hace la gente para dejarte ver que empatizan contigo. Pero empatizan malamente, porque me miran con caras que me asustan o me causan culpabilidad porque no siento la congoja y el sufrimiento que, según ellos debo sentir. Que qué dicen? Bueno, para los curiosos, una muestra de lo que en medio de mi limbo emocional y mi inercia personal ha logrado impactarme lo suficiente como para no pasar desapercibido a pesar de que sigo ocupada recogiendo trozos de mí...

- Bueno, y entonces? no me vas a contar qué pasó? (Y no, creo que no me provoca... no te he esquivado el tema las 3 veces anteriores a esta pregunta?)

- Pero, cóoooomo? Si ustede sse veían tan felices! (Y Elizabeth Taylor no se veía feliz junto a todos sus esposos y se divorció de varios de ellos?)

- Pero, como por qué se separaron? (por la misma razón que tu le huyes a las mujeres de uñas largas: nadie sabe por qué pero todo el mundo te respeta la locura de axioma que tienes para escoger a las mujeres de tu vida...)

- Estoy seguro que no lo intentaron lo suficiente.. .tu crees que estando en Europa yo me regreso? Yo sí le echo piernas a resolverlo! (no seguí la conversación, me paré de la mesa y le dije "cuando despiertes el sentido del tacto y descubras que los humanos se equivocan a veces y que Europa no es la joya del mundo, hablamos... " Lo siento, sé que se me salió el ácido y el impertinente pero no aguanté...)

Y, finalmente, alguien dijo:

- Bueno, pero cómo que no vas a reclamar ni una pensión tras el divorcio?!! Y los daños morales y psicológicos qué?!!! (él también los tuvo... no soy yo mejor que él y si él no me reclama nada, por qué habría yo de hacer leña del arbol caído?)

Así las cosas, es muy poco lo que he podido hablar del medio cuento que hecho. Estoy casi a punto de no comentarlo con más nadie ni siquiera resultando muy obvio que sigo acá. Que asuman lo que les dé la gana, que concluyan lo que prefieran y que opinen lo que les parezca, estoy que no hablo más del asunto por lo enormemente entrépitos (copucheros, metiches) que a veces se comportan los que dicen llamarse amigos de uno.

Y es que, tras haber perdido amor, ropa, libros, hardware, zapatos, plantas y afectos, tras haber perdido concentración, vida social, vida profesional, estabilidad emocional y sentido de progreso, para sumirme en la inercia de despertar y dormir sin tener en el medio nada fijo ni programado, realmente me importa muy poco perder el interés morboso de algunos que, a cuenta de llamarse amigos, le quieren hurgar la vida a uno por el placer de no sé qué.

Lo siento, ninguno de los que se lee este blog está metido en esa salsa. Es que a todos esos metiches los invité también a leer mi blog anterior y ahora este y no se meten acá, sino que prefieren preguntarme a quemarropa si me consiguen por ahí. No me llaman, no me escriben sino que si me consiguen me interrogan. Y se acabó conmigo. No tengo mucha paciencia para algunos convencionalismos que me parecen tan ficticios...

Porque eso también lo perdí, el convencionalismo de complacer a todos y dejarme a un lado... se pueden quedar todos a un lado que, por un tiempo, me voy a ocupar de mí porque ya he perdido demasiado como para no saber que no puedo perderme yo... y mi apetito.

El mundo que se prepare, porque a partir de hoy, me lo pienso comer!

08 febrero, 2006

A lo que el médico diga, hacerle caso!

El lunes de esta semana pasada me sentí mal... para la noche ya tenía quebranto. El martes me la pasé en cama con quebranto y fiebre. La nueva virosis que está dando en Caracas que, tras una fiebrecita de menor cuantía, te deja con una tos de las de pronóstico reservado.

Yo, que sufrí un principio de neumonía hace 10 años, soy particularmente sensible a cualquier gripe que pueda degenerar en algo con los pulmones o los bronquios. Perfecto! Me da la virosis esa a mí... aaah! Por qué no a mí? Le puede dar a cualquiera, deja de quejarte.

Fino, para el jueves ya estaba sin fiebre y me fui a buscar un pago por un trabajo que había hecho. Esa tarde la pasé bien, sin molestias. En la nochecita, mientras chateaba con una amiga, (antes de las 9 pm) empecé a sentirme mal y quebrantada. Fiebre otra vez.

Viernes en la mañana, amanecí mal tras una noche con fiebre y dolores musculares y óseos nuevamente (el martes los había experimentado con menor intensidad) y le dije a mi mamá que así no podía seguir. Llamamos al médico y fuimos a visitarlo.

Aclaro que yo soy de poco visitar a médicos alópatas exclusivamente. Soy más partidaria de médicos alópatas que tienen miras más amplias e integran la homeopatía y/o la naturopatía en sus tratamientos. Aclarado este punto, entenderán que mi médico me recetó de formas muy peculiares para algunos tradicionalistas de la medicina alopática.

Debido a que tengo el sistema digestivo un poco constipado, el sistema nervioso colapsado y el sistema respiratorio un poco comprometido (esto último es lo único producido directamente por la virosis), me prescribieron unas gotitas homeopáticas y me suprimieron el consumo de leche, quesos frescos y yogures…

…y para mi complejo de culpa que se lo debo a la parte consciente de mi ser, a pesar de que el subconsciente me dice que no soy culpable a gritos (y me empeño en hacerle caso a “la pantalla y no al disco duro” de mi ser), la receta de mi doctor fue aún más incoherente para muchos:

“Hazme el favor, sacúdete esa depresión con lo que te estoy recetando y sal de la casa… sal a rumbear, diviértete, vete con tus amigos… y búscate un novio, chica! Olvídate de lo que no fue y del que pasó al otro plano, anda a buscar un novio y diviértete!”

Y bueno… hay que hacerle caso a lo que dice el médico, dicen, ¿no? Me toca salir a divertirme, festejar, rumbear, bailar, reir…

Se oyen sugerencias de itinerarios, planificaciones y eventos en Caracas en horas matutinas, vespertinas y nocturnas…

Soy madre... y no lo sabía!

Me entró un fríito por dentro... Vengo de leer un post en el blog de mi amigo R. Comenta él que se le perdieron de vista 2 blogs que él solía leer. Se percató de eso por un amigo que le comentó que no encontraba el blog de una chica y él se acordó de otro.

Así tan sin aviso se desaparece la gente de la blogósfera? Se puede hablar de "muerte" de un blog en esos casos? Entonces, los blogs serían seres vivos, verdad?

Y hablo de los blogs porque me imagino que tanto "la virgen" como "la tóxica" andarán vivitas y coleando por sus mundos paralelos al nuestro (como decía algún autor o cantante, ya no recuerdo) y no habrán desaparecido de este plano, verdad? Me gusta pensar eso...

Pero entonces, mi primera pregunta retoma vigencia... y podremos empezar a considerar a un blog como un ser vivo entonces? Bueno, al fin y al cabo, goza del derecho a una identidad, un nombre, de que se le registre... derechos fundamentales del niño, pues...

Acabo de darme cuenta de que, como me dijo una amiga una vez, soy madre... y no lo sabía!

Mejor ni les cuento de la crisis de "vejentud" que me acaba de entrar porque si me hubieran visto la cara estarían tirados de la risa en el piso...

Felicitaciones... Papá? Mamá? Claro! Si yo soy mamá de mi blog R, y muchos otros, son papás y mamá de los suyos!

Ah! mundo... de lo que se entera uno por ahí, sin querer...

06 febrero, 2006

Crónicas de la venezolanidad. "Adiós catira!"

Soy venezolana de nacimiento. No tengo cara de ser venezolana, sin embargo. O bueno, seamos más benignos, tengo cara de todo menos de por acá. En Francia, a pesar de no ser francesa, me tratan bien porque me creen francesa… no saben precisar si mi acento en francés es porque soy oriunda del sur o si soy oriunda del norte y viví mucho tiempo en el sur pero, según ellos, francesa soy.

En Inglaterra no logran discernir si soy del norte o del sur de ese pedacito de tierra que quedó para definir uno de los extremos del continente europeo… ellos se basan en mi cara de “inglesa” y mi acento que tiene rasgos de los dos extremos de esa isla de seres entusiastas que no siempre saben cómo hacer realidad todo lo que sueñan porque no logran deslastrarse de su estoicismo.

En Bélgica estuve incursionando por dos de los tres lados… en la parte flamenca me creían tan vernácula que no me hablaban en el idioma oficial de ese pedazo del reino, el holandés, sino en el más puro, expresivo, colorido y vernáculo dialecto (el llamado “flamenco”) de cada poblado por el que iba transitando en mis travesías “in solo” para estudiar holandés. En el lado francés del mismo país me creían francesa por el acento que me gasto tener en francés… y por ello se abstenían de hablarme en dialecto! (sí, hay dialecto de francés en la parte Valona de Bélgica…)

En Suiza me preguntaron si yo era belga, porque mi acento en francés sonaba como el de los belgas. En Estados Unidos me miran y juran que soy inglesa porque el inglés jamás me sale como no sea con acento británico. Alguna vez alguien me preguntó si yo era alemana u holandesa. Y yo estoy segura de que me va a pasar como a El paciente inglés… y me van a enterrar con la nacionalidad que no me corresponde si se me ocurre morirme lejos de mi tierra!

En mi país natal, el terruño de donde provengo, el lugar en que crecí, los colores con los que me crié son tan variopintos como la paleta de Goya. La mitad de mis lectores son de mi tierra, así que me entienden. Pero para el resto que me sigue, aclaro que, tras un proceso de casi 500 años de ires y venires, después de que indígenas se mezclaran con blancos españoles y negros africanos, nos llegó la segunda guerra mundial y nos dejó de regalo seres venidos de “allende los mares”… y nos poblamos de cocina italiana, cotidianidades en bodegas con comerciantes portugueses, nos dedicamos a bailar y correr tras el balón de fútbol con la segunda oleada de españoles que vino a visitarnos para quedarse (especialmente de las Islas Canarias y Galicia) y hemos aprendido maneras y usos de un número menor pero no menos importante de franceses, alemanes, árabes, chinos y hasta rusos!

El “venezolano promedio”, dicen, es de piel morena. “Morena como la canela”, dicen algunos. Pero ese “moreno” que definen es tan indescriptible como el habla y la comida que nos caracteriza. Somos, ya lo dicen algunos lingüistas, una tierra de diminutivos para expresar afectividad y de imprecisiones para no sonar tajantes. El “piel color canela” es como la canela: más o menos rojiza, más o menos marrón, más o menos aromática, más o menos áspera, más o menos tostada. Pero es que no es tan canela la piel de por estos lares a veces. Se parece más a las posibilidades infinitas que nos brinda la mezcla del café con la leche y el chocolate, los colores originales de los que estamos hecho el 90% de la población venezolana.

Hay de todo por acá. Uno ni lo mira hasta que le falta. Entonces se da cuenta que lo que pasaba es que uno lo daba por sentado. “Es la cosa más natural del mundo”. Y no lo es. Eso me pasó en mis Exilios y lo descubrí estando en aquella mortecina blancura del europeo que no es inmigrante. El europeo europeo es mucho más leche que café en cualquier proporción que se les antoje. Los “arropados” por acuerdos con antiguas colonias tienen su propio “savoir faire” y sus colores que lucen en sus grupos y con sus gentes. Una especie de pequeños “ghettos” no estructurados arquitectónicamente (como los pavorosos que creara Hitler para excluir a los judíos antes del exterminio final) sino espiritualmente. Y resulta interesante verlos. Le recuerdan a uno su propia individualidad, su propia manera de ser, su propia venezolanidad.

Y es así como, en este país con los mejores ingredientes para el mejor café y chocolate del mundo (no peco de vanidosa acá… el granó de café nuestro es uno de los mejores del mundo, el arábica como el de Colombia… y nuestro chocolate es tan perfumado y tan complejo en textura que no hay, NO HAY, chocolate en el mundo que no lleve un porcentaje de grano “fino y de aroma” del nuestro en su elaboración… admitido por los tan mentados chocolateros belgas….) tenemos las mejores mezclas para hacer de las nuestras en certámenes de belleza y en corazones de cualquier lado.

¿Que exagero? A ver si no me malinterpretan… además de constar en el libro Guiness de Records que somos el país con el mayor record de títulos de “Miss World” y “Miss Universe”, tenemos la capacidad de tomarnos con naturalidad el que por nuestras calles se pasee un moreno con ojos achinados, o una morena de ojos negros almendrados, o una pecosa pelirroja cuyo cuerpo recuerda el de una guitarra, o un rubio de ojos negros… o un moreno de ojos verdes…

Yo soy lo que en mi tierra llaman una “catira”. Es la versión femenina de “catire” y es, ni más ni menos, que cualquier persona de tez muy blanca y ojos de alguna tonalidad clara (no necesariamente verdes, grises o azules) y de cabello en alguna tonalidad clara (no necesariamente rubio o cenizo). Y ahora, recién llegada de la lejanía, reencontrándome con mi tierra, percibo aún más, el cariño que pone la gente de mi tierra al llamarme con ese apodo.

Somos “políticamente incorrectos” por acá. No hay derecho a molestarse en este país de gracia si alguien, a raíz de tu tez oscura como el chocolate bitter y tu estatura a lo jugador de basketball, te llama, con una sonrisa en los labios, “negro”. No lo dicen por mal. Lo dicen porque eres de ese color y saben que tú sabes que eres de ese color y que no te molesta ser de ese color. No es ninguna afrenta ni se le remueve el apartheid en las venas a nadie. Y si se le remueve, no es venezolano. Igual que no te dicen “gordito” porque estés gordo, sino porque saben que todos saben, incluido tú, que estás pasado de peso y que eres simpático. Las novias les dicen a los novios “gordo” aunque sean flacos, es por puro afecto… los verán gordos del amor que se les desborda? Por acá los novios les dicen a sus amores “flaca” porque, aunque la niña pese más que una lavadora, si le dice “gorda” le baja la autoestima en un país que se mide por las pasarelas de Milano, Londres, Paris y Barcelona, que sigue las tendencias de JLo y Cristina Aguilera y que busca la perfección y la elegancia de la Linda Evangelista sin renunciar a sus curvas de redondez pronunciada.

Acá, en Venezuela, le dicen “negrito” a uno no porque te crean bajito, sino porque te ven tierno… y negro. Y a los flacos les dicen “flaco/a” porque son así y se sabe que son así.

En esta tierra de “cafés con leches” y “guayoyos claritos” o “marroncitos claros” tenía que ser muy obvio que yo, un “tetero” por la cantidad de leche que impera en mi mezcla, tuviera que ser llamada “catira”. Y me lo dijo el otro día un señor en un kiosco de revistas cerca de la esquina de la Plaza el Venezolano en todo el Centro de Caracas. Iba yo a hojear una revista que a lo lejos ví. El tema que me interesaba era “un peinado para la boda de mi hermana” y estaba hojeando la revista cuando un amigo del dueño del kiosco me dijo “catira, y esta revista acá no te interesa?” Casi me reí. No porque me pareciera ridículo, sino porque me trajo tanto cariño que había dejado de percibir por los oídos en un año y pico…

Esa osadía de llamarme con algo más que “señorita” porque es muy distante, pero sin rayar en la informalidad del “tú”, se resuelve con ese tipo de apodos “políticamente incorrectos” que no son tan incorrectos por acá. De inmediato, como me sonriera, el señor lo tomó por el lado de que me interesaba la mercancía que me estaba ofreciendo y me dijo “es más, chica, ella (la modelo de la portada) hasta se parece a ti… bueno, tú te pareces a ella porque eres más joven… ¿verdad, compadre? Que la catira se parece a la muchacha de la revista porque ella es más joven que la tipa aquí? Mírala!” Increpaba a su amigo, el dueño del kiosco en cuestión.

Y hube de reírme cuando, sin miramientos ni timidez alguna, se levantó del banco en que estaba sentado, puso la portada de la revista al lado de mi cara y le hizo señas al amigo para que viera la escena. La calle se desbordaba de gente a mis espaldas y a mi lado 3 señoras hojeaban 2 revistas. El “compadre” asintió y, como no bastara para hacerme reír, le dijo al amigo “si hombre… pero la catira tiene el cabello más corto y los ojos más grandes, así que tan igualita no es!” Y el amigo le replicó “Igualita no, pero se parece, chico, te dije!”
Los dejé que discutieran un rato, pagué por mi revista y me despedí. Al entregarme el vuelto, el señor me dijo que cuando quisiera volver estaban allí hasta los sábados y que me fuera con cuidadito. Y el amigo se despidió con un “adiós catira” que me hizo pensar en lo variopinto que es este país de café, leche y chocolate con toques de canela que corren por la piel y la sangre de sus habitantes.

01 febrero, 2006

Camino al altar. Parte I. De las generalidades y la madrina

Hay momentos en la vida que nos tocan más cercanamente que otros. Hay momentos que no se pueden ni se quieren celebrar en solitario. Hay momentos que, como pocos, marcan pauta. Uno de ellos es el matrimonio. Y he decidido empezar una serie de artículos al respecto debido a que, en algún tiempo, y sin ningún tipo de anestesia, se casa mi hermana.

Yo sabía que más temprano que tarde iba a terminar escribiendo sobre el tema. Claro, regresé de la tierra donde me alojé por un año, y desde mi llegada, antes del fin de la primera quincena de diciembre, el único tema que se repite insistentemente en la calma de mi hogar paterno es, no lo duden ni por un segundo, "el matrimonio/la boda de B y R".

Para empezar, eso. Parece que le cambian el nombre según el antojo y la comodidad lingüística. A ratos es "el matrimonio de B y R" y a ratos es "la boda de B y R" o “el matrimonio” o "la boda"... De un tiempo a esta parte, parece que, bien por flojera, bien por redundancia, lo han dejado en un simplísimo "el matrimonio" o "la boda". Ya, claro, está visto que es un tema que se repite consuetudinariamente, no? Hasta llegar a las elipsis lingüísticas...

Lo que sigue en mis recuerdos, como olvidarlo, es que soy la madrina del evento en cuestión. A cada rato me lo recuerdan!! Que si el vestido, que si los zapatos, que si la cartera, que si el padrino...

En principio yo soy muy poco dada a los excesos. Ni a los excesos de formalidad ni a los excesos de informalidad. Mi hermana y su novio se plantean una boda por una altura de respeto. Veremos hasta donde llegan los acordes del presupuesto, claro. Pero la boda raya en uno de los excesos… el de la formalidad. Y ya empezaron a mencionar detalles que “hay que” seguir porque “la madrina no puede…” o “la madrina tiene que…” o “la madrina debe…”

Y no soy dada a hacerle la vida cuadritos a nadie … soy más bien demasiado complaciente y conformista. Pero cuando me tocan algunos principios básicos, se me salen la calma y la condescendencia.

Empecemos por lo más elemental para mí: la comodidad. Levante la mano la valiente que, a pesar de las ampollas en los pies, sonrió para la foto y quedó con cara de princesa de cuento de hadas .... (grillitos al fondo de la sala…) De sonreir, sonríe cualquiera. De quedar con una sonrisa que se perciba como “genuina” y no “actuada”, hay alguna diferencia.

No soy el tipo de rebelde que dice que para una boda hay que aceptarle a una que vaya en sandalias planas como las del Dr Scholl pero no negocio el que se me conceda algo de comodidad por el tema de mis piernas, con varicitas, y mi estatura. Por eso, la “sugerencia” de la novia y mi madre de usar zapatos “con un taconcito”, (traducido en términos de “unos 6 a 8 cms) y no un máximo de 5 cms como yo había propuesto, me está causando algún tipo de inconveniente que hace que el rebelde se me remueva.

Adicionalmente, cabe hacer la aclaratoria de que el promedio de estatura del género masculino venezolano es de 1.73 mts. Yo soy una mujer venezolana con 1.72 mts de altura. Si a eso le añadimos los centímetros del tacón… van sumando, mis queridos? Claro, los niños se adelantan a las posibilidades de que yo tenga alguna razón para hacer de las mías. El padrino iba a ser mi ex-esposo, ahora será el único primo casadero del novio de “la boda”. Hasta la fecha, nadie ha querido o sabido aclararme de qué altura es C, pero mi hermana hace la referencia de que es “altito” y mira con un ángulo que hace que el vector que define sus pupilas llegue al techo.

Ajá, muy bien, si me consigo zapatos de 6 cms estoy en el promedio que ellas quieren. El padrino podría ser de 1.79 mts y todo y yo no me voy a quejar! Todo sea por el amor y las uniones familiares … al fin y al cabo tu hermana no se va a casar por la iglesia sino una vez y no querrás arruinarle la planificación y la fiesta!

Vale, vale. Punto siguiente: el vestido. El de la novia está ya comprado y escogido, decidido y pagado. Yo no ví cuando se lo probó, yo no vi “los otros” que según el buen gusto de mi madre y mi hermana no le quedaban tan bien… yo me perdí ese “pre-boda” tan cacareable y que suele crear tanto morbo. Lo siento, mis fieles seguidores, no podré darles detalles sobre ese punto. En capítulo aparte les describiré el vestido que conozco, el único que me fue presentado, el que es, el que está y punto. Así que, lo siguiente que voy a hacer es ponerme a soñar en el vestido que puedo y quiero ponerme.

Nuuuuu… Mi hermana, ilustradora de profesión y hippie de corazón, sufrió en carne propia lo desagradable que es esa particular manía de “uniformar gente” para las fiestas de 15 años. Así las cosas, decidió que las damas de honor escogieran, entre ellas 3, el color del vestido que han de usar. Nada impuesto. Y, además, mi hermana les dijo que cada una podía escoger el modelo del traje que han de llevar. A mí, la propuesta me pareció tan linda y tan “de ilustradores” que me encantó y la aplaudí.

Claro, sólo cuando empezó a afectar mis gustos e intereses personales empecé a verle el lado imrpáctico de darle libertad al cortejo. A mi hermana le está dando guerra haberles dado tanta libertad en este sentido también, pero lo de ella es por el tema de la decoración y eso se los detallaré en otra entrega de este magno evento.

Una de las niñas del cortejo decidió que ella quería un vestido cuello halter. Aunque era uno de los que tenía yo en la paleta de “apuesta segura”, me voy olvidando del asunto. Total? Hay 285 tipos distintos de vestidos… y conviene experimentar de vez en cuando! Perfecto…sigo hojeando una revista con modelos de vestidos… La cintura imperio sería bonita… Nop, la cintura imperio es uno de los “must” de otra de las damas del cortejo.

Ah, muy bien… (suspiro de desánimo). Bueno, no será cintura imperio. Total, como eres tan flaca (58 kilos) te ibas a perder en ese vestido! Mejor será algo sin oprimir la cintura como un corsé pero sin dejar holgadeces. Y con ese cuello estilo griego y el escote hasta la mitad de la espalda…

Y estoy esperando que nadie me robe la idea!

Pero lo que me hace de verdad removerme desde mis fueros internos, lo que me sacó la calma de la cabeza, lo que me despertó el rebelde como nada me lo había despertado hasta ese momento, es el asunto de mi cabellera. Soy la orgullosa portadora de una abundante cabellera lacia de color castaño claro cenizo con mechas rubias para disimular las canas que tengo desde los 19 años. Y soy una de las pocas mujeres que, disgústele a quien le disguste, lleva su cabello corto porque le realza y le luce. Y tengo 10 años con el cabello corto. Distintos cortes de cortos pero cortos todos

Así que, ante la angustia de la novia de “qué te vas a peinar para la boda con tu cabello tan cortito…” surgió mi descomplicada respuesta “pero te has visto peinados para cabellos cortos? Los peluqueros hacen lucro con las largas melenas y los moños, no con los cabellos estructurados y cortos… a esos me los arreglo yo y creo que van a quedar mejor porque la laca no me dura nada y lo sabes y no quiero ir con un ‘alborotado’ que me haga lucir como una señora de 70 años que se abomba la cabeza con rollos…”

No se pueden imaginar la descomposición que se pintó en la cara de mi hermana. Era una cosa tan drástica que parecía que yo la había insultado!

Y ha de habérselo comentado a mi madre quien, sutilmente y “sin decirle nada a tu hermana, me parece que es mejor que te dejes crecer el cabello un poquito.. .sobre todo acá atrás… unos 7 cms aquí adelante y algo más acá atrás… para que te puedan hacer algo en la peluquería, mijita!”

Y acaso hay alguien en esta boda que le pregunta a la madrina, hermana de la novia, qué quiere y está dispuesta a hacer? A la madre de la novia nadie le exige nada, a la novia todos le perdonan lo que haga y a la madrina qué? Acaso alguien se preguntó que a mí no me parece práctico pelearse con ganchos, pinzas y colas por un año para llevar un cabello que no me sienta, no me hace resaltar y que no va a lucir en “la boda” porque al final, me lo van a estirar en un moño que me va a hacer lucir como si estuviera tan pelada como Sinead O’Connor en los noventa cuando rompió esquemas y se rebeló ante el mundo?

Será que debo seguir transigiendo o me paro rebeldemente y exijo un mínimo de respeto a mi opinión personal en lo que se constituyen los preparativos de “la boda”? Es que, todavía no entiendo qué pitos toca en "la boda" que yo tenga o no el cabello largo si el centro, el foco de atención, la luz a la que todos van a mirar es... la novia y el novio!

Que alguien me diga si se puede hacer de bueno tanto tiempo y sin que se le despeine a una ni un mechón de la cabeza…