04 diciembre, 2006

Ayer

Pero es que yo no me lo podía creer, ¿sabes? No importaba quién me lo dijera, no era verdad. No podía ser verdad, ¿sabes? Además, ¿por qué tenía yo que creer en lo que le dijera a mi hermano el amigo de él? ¿Ese pelele? Un nulo, pues. ¿Qué tenía él que decirme a mí de nada? Ni a mi hermano. Simplemente, no era verdad.

Hasta que mi hermano me dijo que sí, que él le creía, que quizás sí podía ser verdad, que el tipo sería un nulo pero parecía, y cito textualmente: "una vieja de pueblo para esas cosas". Bueno, debe ser que se la vive chismeando, como hacen las viejas de esos pueblos chiquiticos. Y, lo que más me asustó, fue que mi hermano me dijo que ponerle un investigador privado, le costaría mucho más de la mitad de sus ingresos mensuales, pero que se lo había pensado sólo para confirmarlo.

¿Un investigador privado? ¿Te lo imaginas? Me quedé con la boca así. ¿Quieres azúcar? Y me quedé pensando en la cosa... y de repente me dió como un pasmo así, como en el corazón, como si me fallara el aire ¿sabes?. ¿O quieres que te le ponga miel mejor? Bueno, pero seguí aferrándome a mis ideas, a mis pensamientos, a mis recuerdos. Pendeja. Una que es estúpida. Siempre lo he dicho, una solita es la que permite que los hombres la jodan. Los hombres serían menos malos si una fuera menos pendeja y novelera para vivir la vida.

Y lo ví a los ojos, a mi hermano, mientras me decía: es que si pudiera, lo majaba a golpes. Y me largué a llorar, viendo la escena de mi hermano golpeándolo hasta dejarlo inconsciente, pensando en los planes que tengo ya hechos con Alberto, en los niños, en la casa y el matrimonio. Me dio como algo en el corazón y me puse a llorar. Mi hermano me veía fijo y me decía que lo sentía, que lo que menos hubiera querido era tener que decírmelo, que él no lo había visto pero sí le creía a "una persona de confianza".

¡Porque esa fue otra! ¡Lo que me costó sacarle quién era el idiota que lo había visto! Es que los hombres son otros pendejos: se la dan de detectives y se ponen misteriosos y ocultadores y se guardan todo detrás de un "es que no te quiero decir porque no es ético". Claro, pero el muy animal me llama al trabajo, antes de almorzar, y me dice que tiene que decirme algo que no puede contarme en ese instante sino a la noche. Como le dije que a la noche no iba a llegar antes de que él se fuera a su trabajo y que por favor me dijera, se la montó muy detectiva y dijo que no era ético contármelo por teléfono. Y entonces se me salieron los apellidos de soltera más los de casada y le dije que si no era ético, entonces para qué carajos llamaba para quitarme la calma del resto del día; que si acaso quitarme la calma y tenerme en ascuas hasta el otro día o el fn de semana, cuando pudiéramos vernos y hablar, sí era ético; que para la próxima vez, se buscara horarios más éticos para joderme la calma. Entonces me dijo así, con voz grave y susurrada en la bocina, "bueno, es para decirte que te andes con cuidado con Alberto".

¿Que me ande con cuidado con Alberto? ¿Que me cuide de quién? ¿De qué? ¿De Alberto? ¡Pero si el tipo es mi esposo! ¿Cómo diablos me voy a andar con cuidado con él? ¿Era mafioso acaso? Y yo no lo sabía. No, mejor aún, que era un científico nuclear muy valioso y yo ni me enteraba de que tenía un genio en casa. O un espía. Y le dije "¿Se puede saber qué mierdas significa que me ande con cuidado con mi esposo y el padre de mis hijos y la mitad de mis últimos 15 años?"

Y ahí fue que me dijo que una persona había visto salir a Alberto cogido de la mano con una tipa de pelo castaño, corto. Pero salió a los pocos minutos de que lo había visto esta persona y se veían, él y la tipa, muy acaramelados.

Allí fue cuando el mundo se me empezó a caer. Pero no me largué a llorar sino a la noche, cuando llegué a la ducha. En el trabajo no hice nada, ni me lo tomé como si hubiera sido conmigo. Hice como si fuera un comentario de esos que me hacen a mí del tipo "ay! te ví el otro día en tal parte", y resulta que no fui a esa parte sino a cualquier otra ese "otro día" que me comenta la persona. Era como cualquier cosa, creo que todavía no lo había procesado. Pero en la noche me pasó por la cabeza el asunto no más entrar a la casa y ver sus pantuflas.

Luego de que lloré y lloré, me lo tomé con calma y me dije "¿y si fuera que lo confundió con otro?" ¿Sabes? Así como pasa conmigo, que la gente me ve donde no estoy. No, esa está quemada, agarra la otra galletita. Pues entonces no le presté más atención al asunto. Y si Alberto fuera del tipo negligente y descuidado con una, te lo admito. ¿Pero así de atento y caballeroso como es él siempre? Me quité esas locuras de la cabeza. Sin embargo a una le queda así como una cosita por dentro, como si el corazón latiera raro, ¿sabes?

Y el otro día lo ví, con mis propios ojos. Si no era así, creo, no me lo iba a creer. Pero es que tampoco tenía que ser tan cruel la vida, ¿no crees? Eso de ver a tu esposo, el hombre con quien compartes desde algo tan frío e impersonal como una hipoteca hasta algo tan íntimo como tu cama, ¿saliendo del cine, cogido de manos con una tipa de pelo castaño, sonriendo felíz como creías que lo hacía sólo contigo?

¿Me puedes buscar un vasito con agua? Es que no me siento bien del corazón.

4 Comments:

Anonymous Anónimo Dijo...

¿De dónde sacas esas historias tan tristes?. Maldito Alberto, no entiendo porque hacemos esas vainas, nosotros los hombres, yo lo he hecho, no lo niego, es una hijo de putada y disculpa lo procáz.

4:23 p. m.  
Blogger Laura Dijo...

Ernesto: No has oido aquella frase de "la realidad es más sorprendente que la fantasía"? Y yo te digo que a veces la realidad necesita un poquito de fantasía para hacerla menos ruda, más "creíble"... por irónico que te parezca.

Yo la escribí a manera de catarsis. Ya veo que hasta la gente que no pensaba que pudiera sentirse vinculada con esta perspectiva, también puede hacer catarsis. Lindo regalo el que me diste hoy. Procaz y todo. A ver si reflexionas en el por qué los hombres hacen esas cochinadas con la gente que dicen querer. Yo todavía busco una respuesta, sólo para ayudar a quien se quedó con el alma rota.

10:33 p. m.  
Anonymous Anónimo Dijo...

desde ese sueter naranja no pensé que se pudiera albergar tantas palabras que llegan a sentirse tan fuerte, y aunque en el mensaje de navidad creo que ni cruzamos palabra, ahora estaré entre los que lee como caminandito vás.

7:10 p. m.  
Blogger Laura Dijo...

Gracias Mike!
De verdad que no logro asociar tu cara con el encuentro, pero me alegra haber hecho verdad mi propósito final: una chica común y corriente escribe de cosas comunes y corrientes de una forma tan sentida... que casi que no parecen comunes y corrientes.

Esa es mi búsqueda.

Un saludote y seguimos en contacto!

(Por cierto, tu mensaje apareció publicado 3 veces, a la próxima, porfa, sólo mándalo una vez...)

9:59 a. m.  

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