Hay momentos en la vida que nos tocan más cercanamente que otros. Hay momentos que no se pueden ni se quieren celebrar en solitario. Hay momentos que, como pocos, marcan pauta. Uno de ellos es el matrimonio. Y he decidido empezar una serie de artículos al respecto debido a que, en algún tiempo, y sin ningún tipo de anestesia, se casa mi hermana.
Yo sabía que más temprano que tarde iba a terminar escribiendo sobre el tema. Claro, regresé de la tierra donde me alojé por un año, y desde mi llegada, antes del fin de la primera quincena de diciembre, el único tema que se repite insistentemente en la calma de mi hogar paterno es, no lo duden ni por un segundo, "el matrimonio/la boda de B y R".
Para empezar, eso. Parece que le cambian el nombre según el antojo y la comodidad lingüística. A ratos es "el matrimonio de B y R" y a ratos es "la boda de B y R" o “el matrimonio” o "la boda"... De un tiempo a esta parte, parece que, bien por flojera, bien por redundancia, lo han dejado en un simplísimo "el matrimonio" o "la boda". Ya, claro, está visto que es un tema que se repite consuetudinariamente, no? Hasta llegar a las elipsis lingüísticas...
Lo que sigue en mis recuerdos, como olvidarlo, es que soy
la madrina del evento en cuestión. A cada rato me lo recuerdan!! Que si el vestido, que si los zapatos, que si la cartera, que si el padrino...
En principio yo soy muy poco dada a los excesos. Ni a los excesos de formalidad ni a los excesos de informalidad. Mi hermana y su novio se plantean una boda por una altura de respeto. Veremos hasta donde llegan los acordes del presupuesto, claro. Pero la boda raya en uno de los excesos… el de la formalidad. Y ya empezaron a mencionar detalles que “hay que” seguir porque “la madrina no puede…” o “la madrina tiene que…” o “la madrina debe…”
Y no soy dada a hacerle la vida cuadritos a nadie … soy más bien demasiado complaciente y conformista. Pero cuando me tocan algunos principios básicos, se me salen la calma y la condescendencia.
Empecemos por lo más elemental para mí: la comodidad. Levante la mano la valiente que, a pesar de las ampollas en los pies, sonrió para la foto y quedó con cara de princesa de cuento de hadas .... (grillitos al fondo de la sala…) De sonreir, sonríe cualquiera. De quedar con una sonrisa que se perciba como “genuina” y no “actuada”, hay alguna diferencia.
No soy el tipo de rebelde que dice que para una boda hay que aceptarle a una que vaya en sandalias planas como las del
Dr Scholl pero no negocio el que se me conceda algo de comodidad por el tema de mis piernas, con varicitas, y mi estatura. Por eso, la “sugerencia” de la novia y mi madre de usar zapatos “con un taconcito”, (traducido en términos de “unos 6 a 8 cms) y no un máximo de 5 cms como yo había propuesto, me está causando algún tipo de inconveniente que hace que el rebelde se me remueva.
Adicionalmente, cabe hacer la aclaratoria de que el promedio de estatura del género masculino venezolano es de 1.73 mts. Yo soy una mujer venezolana con 1.72 mts de altura. Si a eso le añadimos los centímetros del tacón… van sumando, mis queridos? Claro, los niños se adelantan a las posibilidades de que yo tenga alguna razón para hacer de las mías. El padrino iba a ser mi ex-esposo, ahora será el único primo casadero del novio de “la boda”. Hasta la fecha, nadie ha querido o sabido aclararme de qué altura es C, pero mi hermana hace la referencia de que es “altito” y mira con un ángulo que hace que el vector que define sus pupilas llegue al techo.
Ajá, muy bien, si me consigo zapatos de 6 cms estoy en el promedio que ellas quieren. El padrino podría ser de 1.79 mts y todo y yo no me voy a quejar! Todo sea por el amor y las uniones familiares … al fin y al cabo tu hermana no se va a casar por la iglesia sino una vez y no querrás arruinarle la planificación y la fiesta!
Vale, vale. Punto siguiente: el vestido. El de la novia está ya comprado y escogido, decidido y pagado. Yo no ví cuando se lo probó, yo no vi “los otros” que según el buen gusto de mi madre y mi hermana no le quedaban tan bien… yo me perdí ese “pre-boda” tan cacareable y que suele crear tanto morbo. Lo siento, mis fieles seguidores, no podré darles detalles sobre ese punto. En capítulo aparte les describiré el vestido que conozco, el único que me fue presentado, el que es, el que está y punto. Así que, lo siguiente que voy a hacer es ponerme a soñar en el vestido que puedo y quiero ponerme.
Nuuuuu… Mi hermana, ilustradora de profesión y hippie de corazón, sufrió en carne propia lo desagradable que es esa particular manía de “uniformar gente” para las fiestas de 15 años. Así las cosas, decidió que las damas de honor escogieran, entre ellas 3, el color del vestido que han de usar. Nada impuesto. Y, además, mi hermana les dijo que cada una podía escoger el modelo del traje que han de llevar. A mí, la propuesta me pareció tan linda y tan “de ilustradores” que me encantó y la aplaudí.
Claro, sólo cuando empezó a afectar mis gustos e intereses personales empecé a verle el lado imrpáctico de darle libertad al cortejo. A mi hermana le está dando guerra haberles dado tanta libertad en este sentido también, pero lo de ella es por el tema de la decoración y eso se los detallaré en otra entrega de este magno evento.
Una de las niñas del cortejo decidió que ella quería un vestido cuello halter. Aunque era uno de los que tenía yo en la paleta de “apuesta segura”, me voy olvidando del asunto. Total? Hay 285 tipos distintos de vestidos… y conviene experimentar de vez en cuando! Perfecto…sigo hojeando una revista con modelos de vestidos… La cintura imperio sería bonita… Nop, la cintura imperio es uno de los “must” de otra de las damas del cortejo.
Ah, muy bien… (suspiro de desánimo). Bueno, no será cintura imperio. Total, como eres tan flaca (58 kilos) te ibas a perder en ese vestido! Mejor será algo sin oprimir la cintura como un corsé pero sin dejar holgadeces. Y con ese cuello estilo griego y el escote hasta la mitad de la espalda…
Y estoy esperando que nadie me robe la idea!
Pero lo que me hace de verdad removerme desde mis fueros internos, lo que me sacó la calma de la cabeza, lo que me despertó el rebelde como nada me lo había despertado hasta ese momento, es el asunto de mi cabellera. Soy la orgullosa portadora de una abundante cabellera lacia de color castaño claro cenizo con mechas rubias para disimular las canas que tengo desde los 19 años. Y soy una de las pocas mujeres que, disgústele a quien le disguste, lleva su cabello corto porque le realza y le luce. Y tengo 10 años con el cabello corto. Distintos cortes de cortos pero cortos todos
Así que, ante la angustia de la novia de “qué te vas a peinar para la boda con tu cabello tan cortito…” surgió mi descomplicada respuesta “pero te has visto peinados para cabellos cortos? Los peluqueros hacen lucro con las largas melenas y los moños, no con los cabellos estructurados y cortos… a esos me los arreglo yo y creo que van a quedar mejor porque la laca no me dura nada y lo sabes y no quiero ir con un ‘alborotado’ que me haga lucir como una señora de 70 años que se abomba la cabeza con rollos…”
No se pueden imaginar la descomposición que se pintó en la cara de mi hermana. Era una cosa tan drástica que parecía que yo la había insultado!
Y ha de habérselo comentado a mi madre quien, sutilmente y “sin decirle nada a tu hermana, me parece que es mejor que te dejes crecer el cabello un poquito.. .sobre todo acá atrás… unos 7 cms aquí adelante y algo más acá atrás… para que te puedan hacer algo en la peluquería, mijita!”
Y acaso hay alguien en esta boda que le pregunta a la madrina, hermana de la novia, qué quiere y está dispuesta a hacer? A la madre de la novia nadie le exige nada, a la novia todos le perdonan lo que haga y a la madrina qué? Acaso alguien se preguntó que a mí no me parece práctico pelearse con ganchos, pinzas y colas por un año para llevar un cabello que no me sienta, no me hace resaltar y que no va a lucir en “la boda” porque al final, me lo van a estirar en un moño que me va a hacer lucir como si estuviera tan pelada como Sinead O’Connor en los noventa cuando rompió esquemas y se rebeló ante el mundo?
Será que debo seguir transigiendo o me paro rebeldemente y exijo un mínimo de respeto a mi opinión personal en lo que se constituyen los preparativos de “la boda”? Es que, todavía no entiendo qué pitos toca en "la boda" que yo tenga o no el cabello largo si el centro, el foco de atención, la luz a la que todos van a mirar es... la novia y el novio!
Que alguien me diga si se puede hacer de bueno tanto tiempo y sin que se le despeine a una ni un mechón de la cabeza…