Bravo, maestro!
Creo que ya lo he confesado antes. Soy una melómana incurable.Esa pequeña confesión, suena irrelevante, dicha así de zopetón. Después de todo, ¿quién no disfruta oyendo música? Tengo amigos que la hacen, tengo amigos que la discuten, tengo amigos que la recrean, tengo amigos que me pasan música... pero yo soy melómana. No puedo vivir en el silencio. La música me inspira, me abstrae o me "sintoniza" en una onda emocional en la que no estaba, me transporta lejos de donde estoy.
Así las cosas, no es extraño que yo me haga eco de propuestas musicales. Más de una vez se habrán leído un post mío que versaba sobre alguna canción o algún cantante. A veces, las letras de las canciones me soplan soluciones a problemas. A veces me dan alivio a mis penas. Y con la música instrumental me multiplico por dos, me elevo al cubo, me divido en 4, me reduzco a la mínima expresión y me hago un ovillo para llorar. Si, hay canciones que me han arrancado las lágrimas. Sana, la música ha sido mi terapia por años.
Pero hoy no voy a hablar de la música que más me gusta. Me gusta un poco toda la música. Tengo mis particularidades: la sección de cuerdas de una orquesta es lo mío. Un violín, un cello, una guitarra, un cuatro, un piano, una balalika... y yo suspiro. Es así. En estos días se lo decía a mi papá mientras oía una canción donde un violín arrancaba compases de cumbia a una fusión latina:"si yo pudiera ser un instrumento, sería eso, un violín, algo de cuerda con mucho sentimiento, un cello... una cosa tan sublime eso de escuchar como llora hasta la última nota de la última cuerda para volver a agarrar aire y volver a empezar con su tristeza atenuada... sublime, sublime, brutal!"
Y bueno, hoy tampoco voy a hablar de mis instrumentos favoritos ni de mis orquestas favoritas. No, hay voy a hablar de mis pasiones inconfesables en torno a la música... o más exactamente en torno a una persona que vive de y para la música en mi país: Gustavo Dudamel.
Quien no haya oído a ese niño prodigio (que no le gusta que lo llamen genio pero sí es prodigioso, eso no me lo va a discutir ni él!) dirigiendo a las orquestas juveniles venezolanas, que son la cosa más HERMOSA que ha parido la tierra porque en Europa no logran arrancarle la emoción y la técnica a los niños como se la sacamos acá, no está en nada. No lo digo como exageración: aquí tenemos muy buena música y los niños de otras latitudes serán muy buenos en técnica, o en emoción, pero acá les sacan emoción y pasión los maestros como para quedarse admirados. Y yo no soy ni buena crítica ni crítica mediocre ni pichón de crítica porque no estudié música de mucho nivel... pero la cosa se oye. Es una magia que se oye. Impresionante.
El "niño" Dudamel está dirigiendo orquestas desde los 16 años. Tiene 25 en la actualidad (que alguien me corrija si no es verdad). A los 8 escribía música. En 2003 era el director de
Habla con pasión sobre su trabajo y dice que más que el don, lo que cuenta es el amor por la música, que la técnica se aprende en el camino y ya se puede entregar uno a horas y horas de ensayo porque le bastará el amor a la música. A él no le gusta que le digan genio y es tan modesto que creo que ya le falla algo en la autoestima. Genio o no, el chico es puro talento. Talento venezolano venido de Barquisimeto.
Pero, como si fuera poco todo lo que decora el curriculum de Gustavo, resulta que, de paso, el niño Dudamel es lindo. Lindo, sí. Más que lindo, tiene un algo que hechiza y cautiva. Lindo de cara, lindo de formas físicas, lindos los crespitos (ricitos, rulitos) que tiene por cabellera. LINDO. Es LINDO. Y ya creo que lo que me pasa es que el niño Dudamel me despierta el morbo... yo me embobo con la música y luego me desbarato con el director. Y, he llegado a pensarlo, de verdad, con mi mente un poco retorcida, él sabe que es así de lindo! Sí, porque hace uso de su sonrisota, de sus ademanes y hasta de su estilo particular de recibir aplausos para atrapar a la audiencia.
Que cómo se comporta ante los aplausos del público? Se va trotandito por el escenario para no abrumarse con tantos aplausos que la audiencia le regala... y regresa trotandito para la otra pieza! Pero, he aquí por qué yo pienso que el niño Dudamel sabe qué hace y para qué lo hace, trota como lo haría quien sabe de deportes (que puestos a trotar, 80% de los mortales lo hacemos mal!): saca el pecho, mueve alternadamente los brazos y va con las piernas semiflexionadas apoyándose en los talones primero y con las puntas después... y los dientes pelados en una sonrisa de esas, de marca de dentífrico. Es, que lo veo sonriente en los pocos afiches que quedan en algunos vagones del Metro de Caracas para promover
Nada, que lo que soy yo, el talento del chico me abruma y su belleza me sublima. Lamento hacer esta confesión tan pública pero fue Luz Caraballo quien me dejó pensando el otro día en si a mí me pasaba con algún personaje célebre como le pasa a ella con Joaquin Cortés, y Naky y Luis Carlos porque el otro día estábamos hablando de algo que, por alguna razón, desembocó en mi super secreta admiración (cuasi "fan" babosa) por Dudamel.
Perdone usted, Sr. Dudamel, no supe ya guardarme esa admiración apasionada y he aquí una visión más sobre su desempeño artístico. Lo suyo es arte que enamora... hasta de sus crespitos!