Surrealismo de café con leche y chocolate
Un centro comercial del centro-este de la ciudad.
Una tienda del ramo de artículos de tocador, higiene personal y farmacia.
Una chica con un objetivo claro.
Iba la chica a pagar en la caja un paquete de toallas sanitarias. El cajero le dice que como están abriendo y ella es la primera cliente, no tienen cambio para su billete. Ella, hablando por el celular con alguien que la molestaba, vociferó un “no tengo nada menor”. El cajero le pidió que se fuera a la caja de la farmacia...
Uno de los dependientes de la farmacia estaba bromeando con las dos dependientas en esa sección. Ella, un poco molesta por la impertinencia del que la llamó y la contrariedad de la caja, mira el espectáculo con ojos de luna llena. Una de las dependientas le confía, refiriéndose al espectáculo del colega, “tranquila, él es siempre así...”.
La chica, ocupada guardando el dinero en su cartera, respondió con un sarcasmo latente en la estudiada calma que hizo que el todo pasara como un chiste: “No, yo? Cada quien tiene sus niveles de normalidad...”. La chica de la caja y su compañera, reían a carcajadas. El compañero, ahora de espaldas a la clienta, no se enteró de nada.
Motivo de carcajadas del resto de la clientela en la tienda...
El chico nunca entendió que pasó...
Obra dos:
El metro de la ciudad.
Cerca de las 11 de la mañana.Una de las estaciones más concurridas.
Sube un niño de entre 9 y 11 años y, con voz alta y clara, anuncia que va a interpretar, para todos los viajeros del vagón, una copla “linda”. Con voz chillona y destemplada empieza a cantar algo que casi nadie logra asociar con ninguna canción. Se para al lado de un viajero que, definitivamente, la está pasando muy mal con sus oídos y los gritos del bienintencionado cantante...
Termina la canción y nadie sabe que terminó. Como no arrancó aplausos, el coplero se queja a viva voz: “ni siquiera las gracias o un aplauso dan”. Un viajero arranca a aplaudir. El coplero da las gracias por el aplauso diciendo “por lo menos alguien aplaude”.
Aplauden varios pasajeros.
Aclara el coplero que ya que han aplaudido y él ha visto que ha gustado su interpretación “con mucho amor”, va a solicitar a continuación “que cada quien contribuya con lo que pueda, se los pedimos por favor, de todo corazón...”
Varios pasajeros se vieron las caras. Sería por el plural en “pedimos” que no concordaba con el niño, sólo, en el vagón del metro?
Varios “colaboraron” con el coplero quien, alto y claro y con dulzura en la otrora voz destemplada, agradecía “de todo corazón” a todos los que “colaboraron con nosotros”.
Nunca hubo alguien más que el niño interpretando una copla.
Sería un amigo imaginario del niño?
Nunca nadie vio alguien más que el niño interpretando una copla en ese vagón...
Obra tres:
Las 10.30 de la mañana en la zona este de la ciudad.
Una calle a tres cuadras de la estación del metro.
Una chica sonriente.
A la chica la aborda una señora: “la venta de tickets estudiantiles del metro no está muy lejos de aquí, verdad?”
La chica voltea a ver a la señora con ojos de sorpresa y desconcierto “Y.. .no sabría decirle, de verdad...”
“Pero el mercado sí está cerca, no? Está para acá o para allá?” y la señora apuntaba a izquierda y derecha, respectivamente.
La expresión del rostro de la chica cambió: “Bueno, al mercado no me parece verlo por allá, sino por acá...”
Estaban, ambas, en un radio de 5 cuadras de distancia del mercado... la incongruencia de “ver” por acá o por allá es el tema central de esta obra.
“Ah!, bueno, sí, eso mismo pensé yo... Lo que pasa es que siempre que vengo me pierdo... Señor, usted sabe dónde está la venta de tickets estudiantiles del metro? Me dijeron que estaba cerca del mercado...”
Allí la chica entendió el por qué de la referencia del mercado y que ya su ayuda no era necesaria... y siguió caminando como si tal cosa, tal como la señora siguió preguntando sin mayores formulismos...
Una muestra muy interesante de los trabajos surrealistas modernos exhibidos en los espacios públicos de esta Caracas de café con leche y chocolate...
Esto no es el Macondo que García Márquez postulaba que éramos. No somos realismo mágico. Somos, quizás, una fusión entre un surrealismo que se recrea en lo más representativo de Dalí y un modernismo que se llena de los colores, las formas caprichosas y las figuras imposibles de lo más logrado de Gaudí...
Un país apto para los amantes del modernismo y el surrealismo, una muestra de arte plástico, cinético, escultórico y musical para descubrir nuevos horizontes...