25 noviembre, 2006

Embarazado


Es que los hombres tienen nueve meses para asumirlo, pero una es madre desde antes de todo. Claro! una se sabe madre desde el primer momento, desde antes de la primera patadita, desde antes de las naúseas... desde el momento en que vió que sus sospechas se confirmaron y una, de verdad, olvidó tomarse la pildorita del día. ¿Sabes? Esas cosas de una de que le da por pensar algo y se le mete el bichito fastidioso en la cabeza... ¿sabes? Bueno, y a veces a una se le ocurre, a mitad del día "¿me tomé la pastilla hoy?" y va al baño, cuando llega a la casa, y descubre que no...

Pero la cosa de no tomarse la pastilla no es lo grave. Lo grave es que a una le da por pensar en esas cosas luego de haberle dado la vuelta a la cama con ese ser que en un futuro se llamará, simplemente, papá. Y se queda una viendo el blister de las píldoras, contando en el blister de las píldoras los días que se la ha tomado y consultando el prospecto para ver si está en "los días de riesgo".

Y entonces vienen las atenuaciones mentales. Los "bueno, claro, como tengo tieeeeempo tomándome la pastilla, el cuerpo debe tener algún grado de saturación de la sustancia y las pastillas están programadas para que, hasta la más débil, tenga suficiente aguante como para que dos olvidos en el ciclo sean tolerables". Y luego un bichito que te sale de la cabeza te murmura al oído "la eficacidad de las píldoras radica en la regularidad de la toma..." Y te vuelves loca cuando, en la otra oreja, otro bichito te murmura "¿te imaginas que seas mamá?"

Claro, en ese momento vuelves a tomar tú el control de la situación y dices "listo, el prospecto dice que me cuide hasta el final del ciclo, yo tengo el cuerpo saturado y no necesito sino un método de barrera de aquí en adelante. Esa regla me va a venir como siempre."

De normal, la regla siempre molesta. Eso lo sabemos solamente las mujeres. Y el resto de la humanidad hace chistes sobre nosotras y nuestros cambios hormonales, pero somos nosotras las únicas que tienen que lidiar con esos desajustes... y sólo nosotras sabemos lo que eso significa. ¡Pero basta que una se pegue el susto de la píldora faltante como para que empiece a añorar a esa latosa regla! Empieza una a casi llamarla, casi a pedirle que baje, que venga... y pasan dos días de terminado el empaque de las píldoras y nada, no aparece.

Una, medio ansiosa, medio fatalista, se dice "nada, esa seguro que baja mañana". ¿Y al día siguiente qué? Nada. Empiezan otra vez las atenuaciones mentales : "bueno, es que con el estrés de estos días, seguro que me baja lueguito..." Y sale otra vez el bicho aquel a susrrarte en la oreja "es un sangrado que no corresponde a una regla normal, tiene que venir... o no venir". Y casi casi que lo oyes reirse de tu ingenuidad en tus orejas! En eso recuperas el control y le dices quedo en tu cabeza "pues sí se me ha retrasado por eso que llaman estrés... con todo y píldora!" Y desaparece en una nube de gritos. Igual te quedas meditabunda con la pregunta de la otra vez "¿Te imaginas que fueras mamá?". Te rehusas a creértelo y dices "si no me baja... me compro un test de embarazo!"

Contra tus instintos naturales de salir corriendo a comprarte ese test y hacerte la prueba de una vez, decides esperar a ver si la regla baja de una vez. Al tercer día, concluyes que por tu estrés no te va a bajar y que has de salir de dudas y comprarte el test y aclararte del todo. Vas, lo compras, te lo aplicas... y sale una crucecita, que indica que el resultado es positivo, pero con el fondo azul, que indica que es negativo. Y de golpe te agarras la cabeza y te sientas en el piso y dices "esto no es verdad... esta cosa es un juguete y no funciona bien, mira que hasta da dos resultados distintos! yo tengo un embarazo psicológico... y si no fuera psicológico?" Revisas el empaque y descubres que para ser efectivo el test, debe pasar mínimo una semana desde el día previsto para la regla. Claro! Por eso es que no funcionó, tonta! A esperar, otra vez, toca.

A estas alturas, una es la única que sabe que podría ser mamá. No se le puede decir a nadie, ni a la mejor amiga de una, que se está embarazada porque el día que de verdad pase, no va a creerlo porque ya una vez se ilusionó pensando en ser la más mona de las tías putativas... y al final resultó ser todo falsa alarma. Así que, ¡primero muerta que profética!

Pero lo peor de todo es que una tiene que vivir con esa incertidumbre que le produce una ansiedad desesperante mientras actúa de lo más normal (o tanto como puede) ante ese "ser significante" que podría llamarse en un futuro, simplemente, papá. Y ese ser no entiende que una no anda normal y cuando una reacciona raro, se molesta o se queda viendo fijo, con los ojos redondos y la cara de sorpresa, preguntándose qué bicho raro la picó a una...

¡Y la regla nada que le llega a una! Entonces, ya muerta de la angustia, una va, no a la semana sino a los diez días, al laboratorio a hacerse una prueba de sangre. Al día siguiente, ya resignada y esperando un resultado, el que sea, se encuentra con que el papelito dice una simple, escueta y profunda palabra: positivo. En ese momento se le caen a una todas las atenuaciones mentales y aparecen las dudas cuasi existencialistas, las del tipo "y si, como en las películas, mi resultado fue el de otro paciente?" Al final toca convencerse, es tu laboratorio de confianza y una lo que quería era un resultado, el que fuera. Y allí está, ¿no?

Una es mamá desde allí, desde ese momento. Desde el instante en que la regla falló. Sin embargo, no se es papá sino a partir del momento en que se decida asumir el rol. Hay quienes nunca lo asumen, hay otros que lo celebran con un júbilo que hace que una celebre la maternidad también. Pero nunca se es papá sino a partir del momento en que la mamá le dice a uno que va a ser papá.

Y ya lo decía Andahazi en uno de sus libros: "no hay nada más sospechoso que la paternidad". Claro, uno tiene que creerle a esa mujer a la que uno no le puede seguir la pista las 24 horas del día y de la que no sabe si se revolcó sobre la fotocopiadora con algún colega, que ese papel dice la verdad verdadera y absoluta: que ese es el hijo de uno.

Así es como uno se entera de que va a ser papá. La mujer, como ninguna, tiene una ventaja: ya tiene masticando el asunto por algún tiempo y se viene sospechando los posibles cambios. Uno se entera de golpe y con un par de ojos, los de la mamá, viéndolo fijo a uno, esperando una respuesta. ¡Eso no es justo! Ella tuvo tiempo de pensárselo sóla toda la tarde! Más aún, tuvo tiempo de pensárselo y planteárselo desde todos los ángulos posibles, todos los días antes de la decisión de ir a hacerse el examen! No es justo, no es justo...

Y sin embargo sigue viéndolo a uno fijo, con una neutralidad en el rostro que no se sabe si estaría feliz de verlo a uno llorar o si la haría llorar a ella el no verlo a uno sonreir. ¡Mierda! Que injusticia de vida la de uno! ¿Y si el niño no fuera de uno? No, ¿cómo se me ocurre pensar así de ella? ¿Qué le digo?

Mientras una sigue allí, esperando que la otra mitad de esa personita que le crece en la barriga (imagen tan surrealista esa), diga algo en torno a la noticia. Puede actuar tan caprichosamente como le provoque y eso no sería raro... al fin y al cabo, una ya es mamá. El puede ser o no ser papá, según se le antoje.

Y sigue uno pensando que sería lindo poder hacer como en las propagandas y ponerle la mano en la barriga a esa mujer que uno quiere, y sentir esa personita que crece allá adentro, que también es de uno... mientras de algún lado de la cabeza sale una vocecita que dice "estás loco? ¿Sabes lo que cuestan los pañales y las fórmulas de un bebé? Sin hablar de lo que es mandarlo a clases y ver si se le puede forjar una carrera!" Y sale uno a acordarse de su viejo, que se mató labrándole a uno un futuro, que siempre dijo que no había mayor regalo ni milagro que ese, los hijos, aunque costaran todo lo que costaran... canas verdes incluidas. Y sale uno a sonreirse sorprendido. Peor aún, uno se sorprende sonriendo a pesar de la sorpresa en la cara.

Y es que una es mamá desde allí, desde el instante en que la regla falló. Pero no se es papá sino a partir del momento en que se decida asumir el rol. ¿El resto? Eso es historia...

1 Comments:

Blogger Lianka Dijo...

No!! lo peor pasa cuando no te tomas la condenada pastilla y empiezas a esperar.... cinco dias y nada... ocho dias y nada... al noveno dia, decides contarselo al "papa", es decir al que se revolco contigo dias antes, meses antes, semanas antes. Sabes? hace 9 dias no me baja la regla, estoy cagada, no se si jugando antes del acto donde no estabas (disculpen el folklorismo) forrado, me rozaste, estaba ovulando, y paso. Él: no, tu no puedes estar embarazada. Estas loca, no es mio, mierda! bueno ya se vera, yo estoy seguro de que no estás. y muchos etceteras que estan en el sombrero de las excusas. Una decide, bueno me hago una prueba y listo, pero voy a esperar unos dias mas (ojo, llevas 10). Nada el otro dia como milagro de la naturaleza te baja.. el mes siguiente tienes el mismo retraso y piensas, la otra fue una regla falsa. estoy preñada. bueno, a echarle bolas y si el no aparece mas, a echarle bolas igual... Es que las bolas se las debieron dar a las mujeres por todo lo que le echamos a la vida nuestra y de nuestros hij@s. Que sustote mientras esperas esos 90 segundos mientras la prueba hace efecto! que alivio! que historia!!

11:30 p. m.  

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