11 enero, 2006

Se habla...

En estos ires y venires de la vida loca que me ha tocado vivir desde el último año (que cada vez me la estoy gozando más) me he "tropezado" con muchas personitas que me han tocado profundamente laditos de mi corazón. Por eso lo de "personitas"... son seres del cotidiano, "hijos de vecino", que pasan desapercibidos para todos en el mundo... pero de un valor incalculable para algunos del cotidiano con los que comparten sus complicidades cotidianas. ¿Se entiende esta profunda redundancia?

A ver si lo explico calmadamente... tengo una amiga que vive muy lejos de aquí. Unos 8000 Kms de distancia, por no pecar de precisa. Ella es de Venezuela y después de 3 años de ausencia, se está reencontrando a sí misma, y a su país, en la tierra de donde ella es oriunda en esta "tierra de gracia" como la llamara Colón. En este mismo instante, ella se siente que ama tanto a un país como al otro... y eso, señores, para el que no lo ha vivido es absurdo pero, para el que lo ha experimentado, es complejo y confuso...

Además de esta dualidad geográfica, ella tiene un proceso personal muy intenso en el que, gracias a sus "guindalejos" (collares, zarcillos y abalorios que solía usar para enmarcar su rostro y cuello), descubrió hace un par de días que es ella pero no es ella... porque es distinta a la que fue (mi punto de no retorno ocurrió en el Sambil hace casi 4 semanas) y que la que fue, podría volver... ella desea que vuelva... pero tanto ella como yo, no sabemos a ciencia cierta si volverá. Es decir, sabemos que volverá, de a poquitos, pero creemos que no completa. Parece que, en su caso, ya se está dando ese retorno. Alguien la vió a los ojos en estos días y le dijo "eres tú, has vuelto a tí". Los ojos, el espejo del alma, definiivamente... A mí, me falta algo para salir de esta especie de limbo en que me encuentro...

Ayer, a "horas nonas" como solía decir un amigo mío que se fue de mi vida y me dejó un cargamento de recuerdos lindos, llamó ella. La atendió mi hermana quien, desconcertada por la hora, no hizo sino pasarme el teléfono diciendo "Laura... A...". y por dos horas no hicimos sino reir y hablar. Buenas para hablar que somos!! Y se habla en guaro-chileno por allá y caraqueño- chileno-argentino por acá.

Sabroso el asunto de las expresiones, el "voseo", el sonsonete y las confidencias intralingüísticas para enmarcar las confidencias personales que compartimos a un punto en el que nos parece que vivimos la misma vida con dos vertientes distintas o que, como dice A, "no alcanzó la paciencia para esperar la reencarnación completa y se dividió en dos pedazos"... o será que, como también ella dice "la vida no la vivimos sino que cada uno repite la misma historia?" o será que, como digo yo, no hay casualidades ni coincidencias sino complicidades y simultaneidades?

Su historia y la mía se parecen mucho. Demasiado, creo. Nos sacó la sorpresa a las dos, nos hizo vincularnos aún más (es que nos faltaba el toque "voz a voz" porque hasta ahora hemos compartido confidencias vía e-mails) y nos dejó ver que, aún estando solas en nuestros países de residencia respectivos, nos tenemos mútuamente al otro lado del teclado o del teléfono si nos provoca. Nos basta extender la mano para tener a ese "alguien" que nos entiende tan profundamente como nuestros familiares, amigos, madre o padres putativos, confidentes y "contenedores emocionales" no pueden a veces hacerlo...

Sus risas se me hicieron tan cercanas. Su visión de las cosas, tan mía. Mis observaciones, tan de ella. Y las dos tenemos experiencias similares (que no idénticas porque la de ella fue bastante más larga e igualmente más intensa) que nos unen en pensamientos y opiniones, esperanzas y sueños. Y las dos deseamos superarlo todo de una forma saludable sin olvidar nada de lo que podamos aprender de la experiencia que nos hermana en nuestros corazones...
Sí, porque, a pesar de todo, las dos seguimos siendo "nenas enamoradizas" y las dos seguimos creyendo en el amor. El poder sanador del amor. El amor que construye, no el que destruye. El que regala, no el que quita. El que suma, no el que resta. Pero, como ella dice, nos queda por dentro un "sistema de alarma" a las dos que nos hace estar sobreaviso ante cualquier pequeñísimo síntoma de repetir el pasado. Y eso, sabemos ambas, es bastante más que "algo".

El siguiente paso es vernos cara a cara. Claro, para hablar aún más. Compartir más confidencias. Para tomar agua (que para eso, dice mi amigo R, soy muy buena) mientras remojamos nuestros corazones en las ideas puestas sobre la mesa y nos aclaramos las mentes con un cafecito, o nos endulzamos los amargores con algún dulcito... que ya veremos, si cae alguna lagrimita, cómo sale algún pañuelo presto a secarla. O alguna mano dispuesta a sostener a la otra para decirle que, con confianza, puede llorar su dolor para sanar ese corazón.

Porque, claro, a 6 meses ella y un mes yo de la situación que nos une y nos acercó, las cosas siguen estando frescas como para que al recordar eventos y sucesos, revivamos emociones y hagamos catarsis que nos curen el alma y el corazón....

El corazón... ese que nos hemos tocado mútuamente A y yo de formas casi impensables y de maneras casi increibles... en medio de nuestro cotidiano de "hijas de vecino".

Tan increibles como ese tipo de cosas que sólo pueden pasar cuando se habla guaro-chileno y caraqueño-chileno-argentino...